Es de esperar que en este larguísimo año que resta de este gobierno, no se deteriore más el ejercicio de las relaciones con otros Estados.
El problema de la regulación del tránsito migratorio con Los Estados Unidos de América nos ha dado mucho que leer y escuchar, especialmente sobre el “diálogo político y diplomático” de la visa waiver a la que pueden optar los chilenos para viajar a ese país.
En Chile, al menos, esa latencia de asunto sin resolver parece inquietar a las autoridades actuales, ya que, de eliminarse este beneficio, se percibiría como un fracaso más de esta administración.
La política internacional como política de Estado
El problema de fondo, sin embargo, va bastante más allá del tema de una visa de esta o aquellas características. La conducción de la política internacional de Chile y las relaciones diplomáticas con otros países, han sido históricamente una política de Estado, aun cuando su acento en las relaciones internacionales lo defina el gobierno de turno.
A pesar de ello, el motor que ha impulsado el direccionamiento de Chile en el escenario internacional ha sido su mejor posicionamiento político y económico. Es decir, perseguir los más altos intereses de la República y el consecuente bienestar de todos sus habitantes.
Pues bien, esto que cualquier ciudadano, desde el más pedestre al más ilustre, daría por sentado, no tiene el mismo sentido para este actual -y en extremo incapaz y errático- gobierno. El que desde el primer día de ejercicio del poder ha demostrado una impericia, desprolijidad y absoluto desconocimiento de los códigos comunicacionales reinantes entre Estados.
Con los desaciertos cometidos por Boric y su gobierno se podría escribir un libro.
El episodio con el Rey de España el día de su investidura presidencial, a modo de primer ejemplo, le valió ganarse un singular apodo relacionado con el mar. El nombramiento a dedo de dignísimos representantes diplomáticos escogidos dentro de su círculo de amigotes y que tantas vergüenzas nos han hecho pasar, nos recuerda con qué seriedad se han tomado las relaciones internacionales en estos tres largos años.
En este ejercicio es imposible no tener presente el desafortunado caso de injerencia política del señor embajador de Chile en Estados Unidos, don Juan Gabriel Valdés Soublette, quien apoyó la candidatura demócrata de Kamala Harris, desatendiendo groseramente el principio de nuestra política exterior de no intromisión en asuntos internos de otros países.
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Visa waiver
La incapacidad de este gobierno para manejar las relaciones internacionales del país es evidente, de la misma forma que lo es la incapacidad de Boric para gobernar.
Cabe entonces preguntarse, si todo lo construido en este campo por políticos y diplomáticos, a través de nuestra historia republicana y todos los esfuerzos por ser considerados seriamente por otros Estados, no terminarán siendo dilapidados por personas incapaces para ejercer los cargos en esta materia, pese a los ingentes esfuerzos del Canciller por no seguir haciendo el ridículo en el escenario internacional.
El tema de la visa waiver es una arista más de lo anterior. Para que EE.UU. pueda actuar confiadamente en mantener el estatus de los ciudadanos chilenos a la hora de ingresar a su país, necesita que los esfuerzos de nuestra administración sean robustos y claros.
Por fortuna, la gestión de nuestra Cancillería no siempre está dominada por la torpe injerencia de los operarios políticos; también existen los profesionales que respaldan la labor técnica del Ministerio de Relaciones Exteriores.
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Paralelo a lo anterior, al recordar el bochornoso episodio de las filtraciones de reuniones con la Embajadora norteamericana en abril del año 2024, las que tenían carácter de secreto, y la escasa reacción al respecto por el lado chileno, uno se pregunta en justicia ¿quién podría culpar a la administración norteamericana de querer excluir del programa waiver a Chile considerando quienes componen la contraparte?
Es de esperar que en este larguísimo año que resta de este gobierno, no se deteriore más el ejercicio de las Relaciones con otros Estados. Chile no se lo merece. Pero bueno, el presidente y su gente siempre nos pueden volver a sorprender.
– Johannes Kaiser
Fuente: Noticia original
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