El fotógrafo y publicista Oliviero Toscani (Milán, 1942-2025) murió el pasado lunes a los 82 años de edad. El italiano impactó con sus controvertidas campañas en la época analógica para Benetton, aunque también dejó su icónica huella impregnada de ingenio en marcas icónicas como Fiorucci, Esprit, Prenatal o Chanel. Disparó con impacto y provocación contra la homofobia y los que maltratan el medio ambiente, pero sobre todo contra el racismo.
En su trabajo imperaba la aptitud, la ideología, los valores y la denuncia, muestrario de temas incómodos ajenos al producto, pero que hacían hablar de este y lo asociaban a ese concepto. Recuerdo que, a mis 16 años, deseosa de empezar el módulo de Gráfica Publicitaria en la Escuela de Artes y Oficios, seguía todo lo que editaba de manera expectante. Su máxima: «El producto es el mismo, la diferencia reside en la comunicación».
Su talento como fotógrafo de moda lo llevó a colaborar con prestigiosas revistas internacionales como Elle, Vogue y Harper’s Bazaar, consolidando su legado en la industria. Aún recuerdo la turbación de muchos al ver por primera la imagen para la campaña «No-Anorexia», lanzada en Italia en 2007 por la marca de ropa Nol-i-ta. Su fotografía, protagonizada por el cuerpo caquéctico de la modelo Isabelle Caro, que falleció poco después, abrió una brecha en el culto que la publicidad y medios de comunicación rinden a la belleza estereotipada y superficial del cuerpo femenino y provocó cambios en el mundo de la moda, que en esos años contaba con tragaderas para el escándalo. Sus deseos siempre fueron desterrar los tabúes que atenazan al ser humano; personalmente, sólo por eso, me parece un artista al que debemos pleitesía y, sobre todo, respeto. Y como respeto y admiración entiendo compartir sus imágenes a modo de homenaje, y eso hice.
¿Pero saben? La hipocresía de los que manejan los hilos es tan, tan alta que, aunque se permitan flexibilizar las normas en materia de invitación al odio y el abuso, siguiendo de nuevo el cuestionable ejemplo de Elon Musk en X en lo que respecta a la orientación sexual y la identidad de género, no autorizan la imagen multirracial de unos adolescentes entrelazados, que no hablamos de una mujer negra amamantando a un bebé blanco, porque todos sabemos que de ese pezón no emana leche, sino bromuro de xililo. Y por eso, Meta y X aplican su censura eliminando la verificación de bulos independientes, relajando las normas de moderación para permitir los ataques deshumanizantes contra el colectivo LGTBI o los inmigrantes y contratando para manejar la nave a destacados trumpistas. ¿Podría ser esto el principio del fin? Imaginen que todo vuelve a ser como hace 15 años y cien días porque la gente de bien decida que así no es.
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Fuente: Noticia original