Sinaloa, inundada de fentanilo: México golpea a Los Chapitos en el bastión de la droga que parte a Estados Unidos

El Gobierno de México sofoca al Cartel de Sinaloa. La histórica organización fundada por Joaquín El Chapo Guzmán ha sufrido en el último lustro duros golpes a su negocio más lucrativo, el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, controlado por los hijos y herederos del gran capo hoy en prisión: Los Chapitos. Las agencias de seguridad mexicanas, con el Ejército a la cabeza, han dirigido una estratégica campaña de decomisos de fentanilo en Sinaloa, Sonora y Baja California, Estados del Pacífico bajo el control del cartel y que conforman la cadena de producción y tránsito del opioide hasta su trasiego a EE UU, donde se introduce a través de las fronteras con San Diego y Tucson, principalmente. Las cifras de incautaciones demuestran no solo el trepidante crecimiento de la producción y tráfico de la droga sintética, especialmente en Sinaloa. También el esfuerzo del Gobierno mexicano, al menos desde mediados del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, y aún más ahora, en la Administración de Claudia Sheinbaum, por asfixiar al cartel. En particular a los herederos de El Chapo, que además libran desde hace meses una sangrienta guerra intestina con otra de las facciones de la organización criminal.

De telón de fondo de esta cruzada están las presiones de Washington sobre México para que actúe contra el narcotráfico, y en concreto contra el potente opioide, que cada año mata a miles de estadounidenses. La respuesta de México ha sido contundente, de acuerdo con una recopilación de cientos de datos sobre decomisos de fentanilo elaborada por EL PAÍS a partir de informes del Ejército, la Marina, la Guardia Nacional, la Fiscalía General y la Agencia Nacional de Aduanas. Entre 2021 y febrero de este año, las agencias de seguridad mexicanas incautaron 5,4 toneladas de la droga sintética.

El 47% del total fue asegurado solo en Sinaloa. Si se suman los decomisos en Sonora y Baja California, resulta que los tres Estados —bastiones del cartel de El Chapo— han sido el epicentro del 95% del total del fentanilo incautado en el último lustro. En el periodo revisado, las autoridades de seguridad han decomisado también 2,3 millones de pastillas del opiáceo. El 54% fue confiscado en Sonora y otro 30% en Sinaloa. La monumental cifra contrasta con los mínimos aseguramientos de kilos y pastillas en los territorios controlados por el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), una mafia sin tanto recorrido histórico como la de Sinaloa, pero que en la última década se ha convertido en la segunda organización criminal más importante en el negocio del fentanilo.

Para los especialistas, estos datos no solo ponen fin a la discusión de si en México se sintetiza fentanilo que luego se trafica a Estados Unidos (los gobiernos de Morena han insistido en que la droga no se produce en el país). También demuestran que, por primera vez, el Cartel de Sinaloa es objeto de tal embestida desde el Gobierno, que se traduce en pérdidas millonarias para las finanzas de la organización. A ello hay que sumar la guerra intestina entre Los Chapitos y La Mayiza, atravesada por traiciones y luchas de poder, y el cerco que han tendido las agencias de seguridad en torno a los liderazgos de ambas facciones. La histórica mafia atraviesa horas críticas.

“Al Cartel de Sinaloa no se le había atacado con el peso con que se le ha enfrentado en los últimos tres años. Las condiciones que le aseguraban una producción abundante y adecuada para el tráfico ilegal de fentanilo han cambiado radicalmente. Ahora reina la inestabilidad”, señala el investigador Josué González, especialista en asuntos de seguridad y crimen organizado. “Yo creo que estamos viviendo la última etapa del Cartel de Sinaloa como lo conocíamos. Y eso impactará en el negocio del fentanilo y otras drogas. Habrá que ver si el CJNG crece y se vuelve dominante o si nacen organizaciones con mayor control regional”, agrega.

En noviembre de 2024, Omar García Harfuch, el zar de Sheinbaum para el combate al narco, anunció el histórico decomiso de una tonelada de fentanilo en el municipio de Ahome, Sinaloa. Para dimensionar el impacto del golpe a Los Chapitos: un kilo de la sustancia basta para producir un millón de dosis (de un gramo) y reportar a los carteles ganancias de entre 10 y 20 millones de dólares, según información de la DEA, la agencia antidrogas estadounidense. Los saldos de la pandemia del opioide en EE UU son demoledores: desde 2020, cada año han muerto más de 50.000 personas por sobredosis con drogas sintéticas, principalmente fentanilo. En 2022 hubo un pico histórico de muertes que llegó a los 74.225 casos.

La DEA señala que el Cartel de Sinaloa produce “incontables cantidades” de fentanilo desde 2012, según un reporte reciente. Sin embargo, agrega el documento, la facción de Los Chapitos es responsable de haber convertido ese negocio en la piedra angular de la organización criminal. “Los Chapitos inicialmente establecieron una base de operaciones para manufacturar fentanilo ilícito en las montañas cerca de Culiacán. Ahora, controlan el suministro de precursores químicos, principalmente de China, y dirigen la producción de fentanilo desde laboratorios escondidos en las montañas de Sinaloa y en otros bastiones del cartel a lo largo de México”, dice el informe. Muchos de los municipios sinaloenses donde se han efectuado confiscaciones tienen salida al Pacífico y son punto de entrada de precursores.

Culiacán, la capital de Sinaloa, ha sido el epicentro de los decomisos. Allí se han asegurado más de 1.000 kilos de la droga y 689.000 pastillas. De ahí, la ruta de las confiscaciones conduce hacia la frontera con Estados Unidos. En el municipio de Guaymas, Sonora, las autoridades han incautado 1.291.000 pastillas; en Opodepe, en el mismo Estado, se han decomisado 252 kilos. En ese punto, el camino se bifurca hacia dos municipios fronterizos: Nogales —con 271 kilos asegurados— y San Luis Río Colorado —donde se incautaron 230 kilos y 1.280 pastillas. Este último municipio es la puerta de entrada hacia Baja California, a la ambicionada ciudad de Tijuana, en la que se confiscaron 949 kilos y 11.100 pastillas.

En el lado estadounidense, los datos de la autoridad aduanal y de seguridad fronteriza, CBP, indican cuáles son los puntos por donde se trafica el fentanilo desde México. El cruce de Tucson, Arizona, que hace frontera con Nogales (Sonora), es la aduana predilecta. Allí, entre 2022 y enero de 2025, se han incautado 15,2 toneladas del opiáceo. La puerta de San Diego, California, que comparte frontera con Tijuana (Baja California), es la segunda aduana más importante y donde las autoridades de EE UU han asegurado 13,2 toneladas. El tercer acceso más recurrido es el de Yuma, Arizona, ciudad fronteriza con San Luis Río Colorado, aduana en la que se confiscaron 612 kilos de la droga.

De 2021 a la fecha, el Gobierno mexicano condujo 291 decomisos de fentanilo, según los datos analizados. El investigador Carlos Pérez-Ricart, especialista en el estudio del narcotráfico, afirma que los puntos en el Pacífico donde se han registrado aseguramientos en el territorio de Sinaloa y Sonora coinciden con los puntos donde las autoridades también han localizado y desmantelado laboratorios de metanfetamina y fentanilo, dos drogas sintéticas que suelen producirse en los mismos espacios. “Los datos no dejan lugar a dudas de que en México se produce fentanilo”, sostiene.

El académico señala que la pandemia de covid dio un impulso “cuántico” a la relevancia de México el mercado del fentanilo, y que Los Chapitos supieron leer la demanda de los consumidores de Estados Unidos, que ya arrastraba una crisis de adicción a los opiáceos. Pérez-Ricart agrega que el Cartel de Sinaloa adaptó al nuevo negocio ilícito las estructuras y rutas que previamente le habían servido para el tráfico de mariguana y amapola. “No hubo un cambio geográfico ni un cambio de manos”, sostiene.

La prosperidad del cartel en el nuevo mercado duró algunos años y ahora está en un punto de quiebre, debido a dos condiciones, expone el investigador: la insistente acusación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que México es un puente de droga y tiene pactos con los narcos, y el secuestro del histórico capo Ismael El Mayo Zambada para entregarlo a Washington, el hecho que desató la guerra de facciones que ha dejado alrededor de 900 muertos en seis meses.

“Entonces, Sinaloa, por accidente o por planeación, no lo sabemos, se convierte en el centro donde se va a dar el símbolo de la lucha contra las drogas”, dice Pérez-Ricart. “Se dan estos dos procesos que nada tienen que ver, la llegada de Trump [a la presidencia de EE UU] y el secuestro de El Mayo, que llevan a que la estrategia del Gobierno federal se aboque a intentar reducir la violencia en Sinaloa, algo que no se veía desde los años setenta”, agrega. Queda la incógnita de por qué, según las cifras oficiales revisadas, el CJNG se ha visto tan poco afectado por la política contra el fentanilo. Hay dos hipótesis, a decir de Pérez-Ricart: o no se le está combatiendo “con la misma fiereza” que al Cartel de Sinaloa, o es menos importante en ese mercado de lo que se pensaba. “Las dos hipótesis son válidas”, afirma.

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