«Una persona con alma verdadera es aquella que puede tomar la canción de cualquier persona y trascender todos los defectos, la técnica y simplemente hacer que la escuches». Con estas palabras, citadas por The Guardian, Roberta Flack (1937, Carolina del Norte, Estados Unidos) se describía a sí misma. Y no podía haber una definición más precisa. Dueña de una voz única, fue capaz de transformar cada canción en una experiencia profunda y emotiva. Su talento alcanzó la inmortalidad con Killing Me Softly With His Song, una pieza que, aunque no compuesta por ella, quedó indeleblemente ligada a su nombre. Escrita por Charles Fox y Norman Gimbel y grabada originalmente por Lori Lieberman en 1971, la canción solo encontró su verdadera esencia cuando ella la interpretó, llevándola a lo más alto de las listas y convirtiéndola en un himno eterno.
Hoy, el mundo llora su partida. La noticia de su fallecimiento a los 88 años, este 24 de febrero de 2025, deja un vacío en la música, pero su legado seguirá vibrando en cada acorde y en cada emoción que supo despertar. Aunque aún no se ha revelado la causa exacta de su muerte, la artista padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa por la que estaba en silla de ruedas y que le había arrebatado la capacidad de cantar en los últimos años.
A pesar de que el mundo de la música está hoy de luto, el legado de Roberta Flack seguirá siempre intacto. No solo brilló con su interpretación de Killing Me Softly With His Song, sino que se convirtió en un referente del soul y del rythm and blues. Tras su éxito inicial, su música se asoció con el crecimiento del Quiet Storm, una vertiente profunda y reflexiva del R&B. Pero ella se alzó en la industria también por otros éxitos que le valieron premios en los Grammy, como Where Is the Love, su dueto con Donny Hathaway, y The First Time Ever I Saw Your Face, una canción que trascendió cuando, en 1972, fue utilizada para despertar a los astronautas del Apolo 17 en su última misión a la Luna.
A lo largo de su carrera, Roberta Flack compartió escenario y estudio con algunos de los nombres más importantes de la música. Hizo duetos con Michael Jackson, estuvo de gira con Miles Davis y versionó a grandes compositores como Leonard Cohen y Laura Nyro, demostrando su versatilidad y su enorme respeto por la música en todas sus formas.
Desde muy joven, mostró un talento excepcional. Pianista desde los nueve años, desarrolló un sonido que fusionaba soul, jazz y folk, marcando una diferencia en la industria. Sus discos First Take (1969) y Killing Me Softly (1973) siguen siendo considerados esenciales en la historia de la música y aparecen con frecuencia en listas de los mejores álbumes de todos los tiempos. Además, incluso en sus últimos años, su amor por la música no decayó. En 2012, lanzó Let It Be Roberta, un álbum en el que versionó a Los Beatles y reafirmó su capacidad para reinterpretar canciones con una sensibilidad única.
Aunque esta semana la música pierde a una de sus voces más emblemáticas, queda claro que la herencia de Roberta Flack nunca se irá del todo. Su legado seguirá vivo en cada acorde, y en cada letra cada vez que suene alguna de sus canciones.
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