Peter Sagar lo repite hasta el cansancio: lo único que sabe hacer es música. El estudio es para él un lugar mágico. “Grabar es la forma más placentera de emplear mi tiempo. Hay una sensación, cuando estás creando algo, de que todo es posible”, comentó en conversación con Indie Hoy.
Sagar (alias Homeshake) fue capaz de crear un espacio en el amplio esquema global de géneros musicales. A primera vista, muchos no dudarían en calificar su trabajo como simple “música chill”, aunque con un marcado acercamiento hacia la electrónica en comparación a su etapa como guitarrista de Mac DeMarco. Pero Homeshake implicó la multiplicación de capas y texturas en una propuesta donde lo primero es la visión de Sagar como productor.
Artífice de un verdadero arte de los ruidos, el músico logró definir su sello con un vibrato de velocidad lenta que contrasta con los pitcheos extremos de una voz que jamás se escucha natural. Sus primeros tres discos, In the Shower (2014), Midnight Snack (2015) y Fresh Air (2017) constituyeron una especie de santa tríada, el grial de una estética sonora que luego sucedería y excedería a Sagar. Allí dio con la fórmula que combina R&B, bedroom pop y electrónica lo-fi para crear una atmósfera que, a pesar de su minimalismo, conjuga un aura aplastante y soporífera que pareciera ejercer su propia fuerza de gravedad.
Al día de hoy, podríamos decir que cuenta ya con siete discos y un experimento –Pareidolia Catalog (2022) son dos volúmenes con 62 y 64 temas, respectivamente, de indagaciones sonoras que realizó durante la pandemia– y que se apartó un poco del reverb denso y esa huella sonora que lo caracterizó durante los primeros tres discos, pero llegando a resultados igualmente inclasificables.
Cuando sentimos que un espacio nos permite ser realmente fieles a nosotros mismos, decimos que nos sentimos como en nuestro hogar. En el caso de Sagar y el espacio para crear música, esto no es ninguna metáfora: “Mi estudio está en mi casa, así que paso mucho tiempo ahí. Nunca tomo una decisión consciente en plan ‘ahora voy a empezar un disco’. Me dejo llevar por la corriente de la grabación y a veces todo termina encajando. Se trata principalmente de dejar que las cosas pasen. Muchas cosas se ponen en claro a medida que trabajo. Disfruto mucho de ese momento creativo. Por eso lo hago tanto”, asegura.
Todo lo demás –salir de gira, distribuir y promocionar los álbumes, hablar con periodistas– son formalidades exigidas por los tentáculos de la industria, un sacrificio modesto dado que le permiten vivir de lo que ama. “Grabar música es fácil. Lo difícil es compartirla. Una vez que se publica, siento que ya no es mía. Siempre lo sentí así… supongo que se debe en parte a la sensación de exponerse, y después enfrentarse a la avalancha de opiniones que conlleva publicar algo. Eso siempre es duro. Creo que no lo llevé especialmente bien, así que intento ignorarlo todo lo que puedo”, desarrolla.
A pesar de esta carga, reconoce el privilegio que eso significa y la singularidad de su caso. Ese pulpo comercial selecciona a unos pocos, con un criterio tan arbitrario que ni siquiera tiene un mensaje optimista para quienes quieren empezar una carrera en la música: “Sé que soy ridículamente afortunado de que funcionara para mí. Hay mucha gente que hace canciones increíbles, hermosas y significativas, que por la razón que sea (no son razones de calidad o valor), no funcionan. Tiene que ver con que la industria es muy voluble y caprichosa, y yo simplemente tuve suerte”.
En este sentido, el canadiense incluso se sorprende respecto a la cantidad de gente que se siente interpelada por su trabajo. “La música que hago es muy personal, así que es extraño hasta cierto punto. Al pensar en los que me escuchan, imagino que debemos tener sentimientos o reacciones similares ante el mundo”. En cualquier caso, el camino siempre estuvo claro y fue uno solo: “Nunca pensé en dedicarme a otra cosa que no fuera la música. Si lo decidí en algún momento, fue antes incluso de que mi memoria empezara a formarse”.
Sin embargo, publicar dos discos en un mismo año –CD Wallet y Horsie en 2024- fue una experiencia difícil para Sagar. “Publicar dos proyectos tan seguidos no me dejó mucho tiempo para reponer fuerzas, y tardé mucho tiempo en volver a sentirme centrado”. El primero, que vio la luz en marzo del año pasado, es una zambullida en la nostalgia: “Ese álbum trata sobre todo de recuerdos de mi adolescencia. Cuando era chico y vivía en Edmonton, viajaba mucho porque todo estaba muy lejos y disperso. Pasaba horas en el bus todos los días, siempre con mi discman y mi CD Wallet”.
En cambio, “lo que el nombre Horsie significa no puedo contarlo, es un secreto”, se reserva Sagar. En palabras del cantante, este último disco de nombre misterioso recorre el sentimiento de volver a la carga con la música en vivo durante 2022. Fue escrito “en la gira y sobre la gira. Durante ese tiempo, estaba reevaluando el trabajo que hago, cómo encajo en él y cómo me afecta”.
Uno de sus aspectos centrales fue la percusión. “Pensé mucho en las baterías en general, en algunos de mis sonidos favoritos y en la razón por la que me gustan tanto. Volví a DJ Shadow, que me encantaba cuando era adolescente. Me fijé en la textura de su batería. Él utiliza sobre todo breaks y samples, pero yo programaba mis propias partes de batería, así que intentaba entender cómo encajaban en la mezcla”, detalla.
La atmósfera hogareña alcanza un clímax hacia el final de “Dinner Plate”, donde se puede escuchar al gato de Peter y Salina (su pareja e ilustradora de todas las tapas de discos) ronronear. “Intenté que sonara lo más alto posible, pero ella estaba sentada sobre mis rodillas, así que tuve que acercarle el micrófono”, comenta enternecido.
A Horsie lo sucedió Horsie Deluxe tan solo cinco meses después, aunque el artista tiene sus reservas. “Me acuerdo que la primera vez que me encontré con un álbum ‘deluxe’, me molestó bastante. Lo de las ediciones ‘deluxe’ no es algo que me guste particularmente, porque es un poco como decir “¡Acá tienen el mismo disco otra vez!”. Sin embargo, esta leve traición a sus principios no se obedeció a ninguna coerción o deber contactual, según cuenta. “Nadie me obligó a hacerlo. Es solo seguir un poco el mandato, en el panorama del streaming es lo que hace todo el mundo”.
También esta decisión tuvo algo de autocuidado. “Esas seis canciones iban a ser un lanzamiento aparte, pero estaban relacionadas temáticamente con Horsie y las escribí poco después de terminar el disco. No podía afrontar el lanzamiento de otro disco completo después de haber publicado dos, fue algo mucho más agotador emocionalmente de lo que esperaba. Así que me pareció la forma más sencilla de publicarlos”.
Pero incluso durante las giras –sobre las que el canadiense insiste como algo agotador– todo este sacrificio tiene su contracara. “Tocar en vivo es el único momento en el que puedo hacerme una idea de lo que la gente siente por mi trabajo. Es cuando me siento más en contacto con los oyentes. No soy un artista muy extrovertido: tengo los ojos cerrados la mayor parte del tiempo, para mantener la concentración y no errar. Eso hace que esté muy presente en esos momentos. Es algo que no pasa seguido, y a veces es difícil de encontrar”.
La primera y última visita de Homeshake a la Argentina en 2017 es parte de esa nebulosa confusa y exigente en los recuerdos del músico. “Esa gira en la que visitamos Buenos Aires fue realmente difícil. Desde el punto de vista logístico, teníamos muchos vuelos temprano y shows tarde, así que ninguno de nosotros pudo descansar mucho durante dos semanas. Yo estaba destrozado, no sé cómo pudimos aguantar. El show de Buenos Aires fue bueno, pero ya no tengo muchos recuerdos específicos de los conciertos. Todo se mezcla en imágenes y nunca recuerdo de dónde son”, aventura.
Desde aquel momento, su forma de llevar la vida de tour cambió para mejor, y mantiene la esperanza de que llegará a su próxima presentación con una renovada frescura y energía. “En cuanto al espectáculo en sí, se trata de un set muy diferente. Ahora hay mucho más material para aprovechar. Y después de todos estos años tocando con la misma banda, me gusta pensar que todos mejoramos”.
Homeshake se presentará el miércoles 12 de febrero a las 20 h en Niceto Club (Cnel. Niceto Vega 5510, CABA). Entradas disponibles a través de Passline, con 25% de descuento para socios de la Comunidad Indie Hoy.
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