Fiódor Dostoievski, un genio de la literatura que vivó acosado por las deudas de juego

Por Daniel Artola

No hay mal que por bien no venga, decían las abuelas con el ánimo de encontrar en las tragedias algo positivo. Quizá, eso dirán los fanáticos lectores de Fiódor Dostoievski, el escritor ruso que catapultó a la literatura de su país al conocimiento mundial. Este 8 de febrero se cumple otro aniversario de su muerte, sucedida en 1881 en San Petersburgo. La vida de Fiódor no fue fácil ya que atravesó problemas de salud, desencuentros familiares y hasta la cárcel. Su vida fue una “ruleta rusa”, si se permite el juego de palabras.

Fiódor Mijáilovich Dostoievski nació el 11 de noviembre de 1821 en Moscú durante el régimen zarista. Fue uno de los grandes escritores del imperio y, según los estudiosos, en su obra anticipó la caída del zarismo.  Las tensiones sociales y políticas de aquellos tiempos se ven reflejadas en su obra y en su vida. El escritor era el segundo de siete hermanos en una familia de condiciones humildes. Su padre, Mijaíl Andréievich Dostoievski, era médico y tenía un carácter autoritario y violento que lo distanciaba del escritor. Según los estudiosos, esa relación tortuosa marcó el espíritu de Fiódor. En cambio, su madre, María Fiódorovna Necháyeva, era un ser tierno y cercano. Los padres fallecieron pronto, cuando Fiódor era apenas era un jovencito. Primero su madre y poco después, su padre, asesinado, según versiones, por un empleado debido a los maltratos que recibía.  El padre del escritor había caído en el alcohol y la depresión tras la muerte de su esposa. Fiódor cargó la culpa de haber deseado en un momento la muerte de su progenitor. Hasta Freud escribió un estudio sobre esa relación.

Fiódor se recibió de ingeniero militar, pero a la par de los estudios siempre estuvo la literatura. Su pasión por los libros lo llevó a renunciar a su ascendente carrera militar para dedicarse a escribir. Su primera novela, “Noches blancas”, fue reconocida por lectores y la crítica. La historia fue escrita a modo de cartas, y despertó el elogio de colegas. Los libros siguientes no tuvieron tanta suerte. Ya en la madurez publicó las obras que lo hicieron conocido en el mundo y referente de muchos autores. “Crimen y castigo”, “El jugador”, “El idiota” y “Los hermanos Karamázov”.

Las enfermedades de Fiódor

Dostoyevski padeció epilepsia desde muy joven y varios de sus personajes tuvieron esa patología, también. Además, las apuestas en la ruleta lo llevaron a sufrir de ludopatía y a vivir pagando deudas. Tanto fue así que, en la ruina, firmó un contrato esclavo con su editor Stellovski. El autor cobraría tres mil rublos que iban a ir directamente a los bolsillos de los acreedores. Además, perdería los derechos de autor con multas por incluir los plazos. “Nadie como él describió mejor la locura del juego, justamente en “El jugador”, afirmó la profesora moscovita Irina Némchenok, una hispanista y profesora de español e inglés, en una conferencia dada en Tijuana, México, en 2021, con motivo del bicentenario del nacimiento del autor.

Se cuenta que escribió dos novelas a la vez desesperado por las deudas y contrató a una secretaria, cuyo mérito fue conocer la incipiente técnica de la taquigrafía. Esta capacidad de escribir de manera más rápida le sirvió para no perder tiempo y entregar las cuartillas a la imprenta sin demoras. La joven taquígrafa se llamaba Anna Grigórievna Snítkina, y fue la madre de sus cuatro hijos. Su primera mujer, María Dmítriyevna Isáyeva, había fallecido y el matrimonio no había tenido hijos.

Prisión y pena de muerte

La vida de Fiódor no solo estuvo minada por las deudas, si no también, por las persecuciones políticas que lo llevaron a prisión por militar una organización partidaria. Llegó al extremo de ser condenado a muerte, pero al filo de cumplir la sentencia, hubo una contraorden y terminó en Siberia.

Según la profesora Némchenok, “Fiódor fue encontrado culpable de expresiones en contra de la ex iglesia ortodoxa y la autoridad suprema. La sentencia fue severa a 8 años de trabajos forzados en Siberia, pero antes de leer la sentencia real a los convictos se les sometió a una monstruosa crueldad. Se les anunció que iban a ser fusilados, se les llevó al lugar de ejecución, se les dejó en camisa y se les ató a los postes. Uno de los presos se volvió loco por la experiencia de aquel día, que también dejó en Dostoievski una cicatriz profunda, que nunca la llegó a superar”.

La influencia en escritores argentinos

Para entender más en profundidad las obras de Roberto Art y Ernesto Sábato hay que saber de la influencia determinante que tuvo Dostoievski. La exploración del alma humana, sus sombras y desasosiegos, la búsqueda de la redención, son elementos clave en sus personajes.

Para el escritor José Amícola, autor de “Dostoievski. Polifonía y disonancia”, el autor de “Crimen y castigo” se ve reflejado en dos obras de Sábato: “El túnel” y “Sobre héroes y tumbas”.

Por otro lado, Roberto Arlt fue un autor fervoroso de Dostoievski y hay análisis que encuentran puntos de contacto entre “Los siete locos” y “Los lanzallamas” con “El jugador”. La idea de un golpe de suerte o de “batacazo” para cambiar la realidad. Nos animamos a decir que Sábato y Artl tuvieron un primo ruso. Lejano en la geografía, pero cercano en sus intereses literarios y humanos.

También el escritor argentino Guillermo Saccomano, en Infobae, habló de la comunión entre Artl y Dostoievski. “Cuando empecé a leer “Crimen y castigo” yo era Raskolnikov, del mismo modo que yo era Silvio Astier aquí en Buenos Aires al leer “El juguete rabioso”. Son literaturas muy próximas a mí, y especialmente creo que a toda iniciación literaria. Una vez que vos entrás en ellas no podés salir y moldea tu visión del mundo, moldea tu perspectiva de los hechos y de la historia que te atraviesa y que vos estás atravesando”.

La despedida multitudinaria

El autor ruso murió el 8 de febrero de en su casa de San Petersburgo, a los 59 años. Según testigos del momento, el funeral fue “apoteótico”. Miles de jóvenes y militantes partidarios de distintas banderías acompañaron el féretro hasta el cementerio ubicado en el monasterio de Tijvin. En la lápida se lee un versículo de San Juan: “En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere produce mucho fruto”. Son las mismas palabras que aparecen en “Los hermanos Karamazov”. La semilla dio frutos eternos.

Fuente: Noticia original

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