Cuando entras en El Sistema, solo te preguntan por tu nombre y edad. Este gesto te aleja de la precariedad y te integra en una comunidad que promueve la disciplina, el trabajo en equipo y la perseverancia. 50 años después de su fundación por José Antonio Abreu, y coincidiendo con el concierto organizado por Ibermúsica en Madrid que puso el broche final a la gira que ha llevado a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar (OSSB) a siete ciudades europeas, hablamos con varios miembros de una institución que, pese a las dificultades internas y la crisis que afronta, sigue promoviendo la excelencia musical dentro y fuera del país.
“Queremos que el ensayo sea el momento más feliz del día”, afirma Andrés David Ascanio Abreu, director sectorial de Formación Académica Musical de El Sistema, que lleva el peso de dos apellidos ilustres. A sus 37 años es, de toda la institución, la persona que probablemente mejor conoce sus problemas y posibilidades después de su director general, Eduardo Méndez. “El mayor enemigo del largo plazo es el corto plazo”, recuerda que le decía su tío favorito, José Antonio Abreu, el que más le consentía cuando era niño y el primero que le enseñó a dirigir.
Mientras mordisquea unos frutos secos en el vestíbulo del hotel madrileño en el que se aloja la orquesta, le quitamos tensión a una entrevista que, hasta el último momento, han dudado aprobar. Empezamos, pues, por la música. El también director asociado de la OSSB dirigió en 2021 la orquesta más numerosa del mundo, al frente de casi 12.000 músicos que interpretaron la Marcha eslava de Chaikovski. “La idea no era romper un récord Guinness por el mero hecho de hacerlo, sino reactivarnos, demostrar que las artes siguen en pie”, cuenta emocionado.
Todo comenzó en 1975, con un ensayo. “Yo había conseguido 50 atriles —una donación muy generosa— para que pudieran ensayar cien muchachos, pero solo aparecieron once. Y dije: o cierro el programa ahora o multiplico esto por miles”, confesó el músico y economista José Antonio Abreu, galardonado con el Príncipe de Asturias en 2008, en una charla TED.
A partir de ese momento, El Sistema experimentó un crecimiento vertiginoso, incorporando programas orquestales, corales y populares y consolidando a la OSSB como un referente latinoamericano. Buen ejemplo de ello es la flamante carrera de su director, Gustavo Dudamel, que actualmente es también director titular de la Filarmónica de Los Ángeles y que en 2026 asumirá ese mismo puesto en la Filarmónica de Nueva York, continuando el legado de directores como Mahler, Toscanini y Bernstein.
Red de aprendizaje
El corazón de El Sistema son sus “núcleos”, donde se imparte la metodología que ha transformado la educación musical en Venezuela para más de un millón de niños y jóvenes. Estos núcleos, que incluyen áreas urbanas e indígenas, son el lugar donde se forma a los estudiantes de manera intensiva.
Gestado en El Sistema, el afamado trompetista Pacho Flores, artista exclusivo de Deutsche Grammophon y que lleva 13 años viviendo en Valencia, recuerda cómo descubrió los bemoles y los sostenidos él solito en un ensayo: “Eso es El Sistema: Aprendes música y a tocar un instrumento al mismo tiempo”.
Acomodado en uno de los sillones del vestíbulo, horas antes del concierto en el que clavará el solo de la 3ª Sinfonía de Mahler, recalca que Abreu entendió que la excelencia musical de un colectivo se logra en los talleres, con profesores que resuelvan, en grupo, objetivos específicos.
“Mi madre solo tuvo que comprar el uniforme y los cuadernos. todo lo demás me lo dio el sistema”. Christian Vázquez, director
Este enfoque integral se complementa con una metodología que fomenta que los estudiantes más grandes enseñen a los más pequeños, creando entre ellos una red de aprendizaje. Rememora el trompetista: “Con trece años, me enviaron a un pueblo a dos horas de Caracas a enseñar a niños de siete. ¡Imagínate! ¡Tienes trece años y te llaman maestro!”.
José Antonio Abreu dijo siempre que “la pobreza material es superada por la riqueza espiritual”. Esto se refleja en testimonios como el de Christian Vázquez, director artístico y musical de la Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta, quien, como explica por teléfono a El Cultural, creció en una familia muy humilde. “Mi madre tuvo que hacer de madre y de padre al mismo tiempo. Los fines de semana la acompañaba mientras vendía lotería, ropa, cerveza, harina… Pero ella solo tuvo que comprarme el uniforme para los conciertos y los cuadernos de pentagramas. Todo lo demás, la inscripción, el instrumento, las cuerdas, la resina… me lo dio El Sistema. Crecí muy feliz, nunca me faltó de nada, y hoy mis compañeros son también mis hermanos de vida”.
Niños del Sistema en uno de los conciertos. Foto: Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela
“Esta ya no es la Venezuela Saudí de los años 50 y 60, donde el boom del petróleo trajo dinero para dar y regalar”, reconoce Flores. “Los jóvenes de esta orquesta —entre ellos mis alumnos— han crecido en una Venezuela más compleja. Se pasan el día ensayando, dando clases a jóvenes, haciendo un país mejor. Para ellos esta gira no es un lujo, es un derecho”. Para Vázquez, “El Sistema está ahora en su mejor momento artístico. No solo los niños, los padres también están muy involucrados. En la parte musical y social estamos dando el 1.000%, para que cada niño regrese a su casa lo más contento posible”.
Según ACNUR, más de 7,7 millones de personas han salido de Venezuela buscando protección y una vida mejor. “Con la migración hubo también un gran relevo. Pero los niños que tenían en la crisis de 2017 7 u 8 años ahora ya tienen 12 o 13 y han aprendido mucho en este tiempo. Y aunque muchos se fueron entonces, las puertas siempre han estado abiertas”, afirma Vázquez.
Pese a las tensiones políticas, acrecentadas tras las opacas elecciones del 28 de julio, El Sistema sigue adelante. “¿Hacia dónde vamos?”, se pregunta Andrés David Ascanio, consciente de que, aun con todas las reformas pedagógicas y administrativas que se han hecho recientemente —incluyendo la creación de un comité de protección infantil frente al acoso tras el escándalo de abusos destapado por Geoff Baker en 2014— siempre hay espacio para hacerlo mejor.
“Es sumamente complejo crecer cuando quieres que la formación siga teniendo el más alto nivel”, reflexiona, con más preguntas que respuestas. En una cosa coinciden todos: pese a los retos, el futuro de El Sistema sigue siendo prometedor.
Gustavo Dudamel dirigiendo a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar. Foto: Gerardo Gómez
Dos posturas antagónicas
La pianista venezolana Gabriela Montero lleva 15 años sin volver a su país. Ella describe El Sistema en el que se formó como una herramienta de propaganda del régimen de Maduro, y aboga por que la OSSB no sea recibida en las salas de conciertos europeas.
En enero, declaró a The Times: “Mi país está secuestrado por un régimen de criminales transnacionales, sujetos a sanciones internacionales y bajo investigación del Tribunal Penal Internacional. Se enriquecen mientras la mayoría apenas sobrevive, robando elecciones para mantenerse en el poder. Durante 25 años, nuestros músicos han sido utilizados para presentar una imagen de cohesión social, ocultando la realidad de una sociedad devastada por el fracaso estatal y el exilio masivo”. Y añade: “Ya no es moralmente aceptable apoyar orquestas controladas por regímenes autoritarios como un mecanismo de persuasión”.
Como ella, Dudamel condena la violencia, pero defiende El Sistema como motor de cambio. “Cuando le das a un niño un instrumento, le das una voz”, escribió en The New York Times, recordando cómo este verano los 170 músicos jóvenes de la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela tocaron en el Carnegie Hall “con amor, alegría, respeto y, sobre todo, esperanza”.
“Ya no es moralmente aceptable apoyar orquestas controladas por regímenes autoritarios”. Gabriela Montero, pianista
En 2017, tras el asesinato del joven músico Armando Cañizales por las fuerzas de seguridad, el director venezolano escribió un artículo de opinión en contra de la violencia en su país. El rechazo de Maduro no se hizo esperar, y días después su gira al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil de Venezuela fue cancelada.
Gracias a la mediación de Flores y con Vázquez como director asistente, el maestro, que ya apenas concede entrevistas y mide muy bien sus acciones, dirigirá el 3 de febrero un concierto solidario en Valencia para recaudar fondos para las 32 sociedades musicales afectadas por las inundaciones. En este complejo y tensionado contexto, sus palabras adquieren más relevancia que nunca: “La música no es un mero entretenimiento. Nos ayuda a comprender quiénes somos y cómo encajamos en el mundo”.
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