El impacto de los aranceles en México y Canadá: los grandes ganadores serán China y otros países asiáticos

Este sábado la Casa Blanca de los Estados Unidos dio a conocer un comunicado en el que informa que se aplicarán aranceles a las importaciones provenientes de México y Canadá. Al momento de escribir este artículo aún no se conocen los términos específicos de la instrucción presidencial ni cuándo exactamente entraría en vigor esta medida, aunque en diversos medios se especula que sería a partir del martes 4 de febrero. ¿Cuáles serán los efectos económicos de estos aranceles? Veamos algunos de ellos.

El impacto de los aranceles depende crucialmente de su magnitud y alcance. Si se aplicara un arancel generalizado de 25% a todos los productos mexicanos que se exportan a Estados Unidos, sus efectos serían considerables. Lo primero que ocurriría es una cierta depreciación del peso mexicano, quizá cercana al 10%. Una depreciación de esta magnitud podría evitar que los precios en dólares de los productos mexicanos que se venden en Estados Unidos aumentaran en una magnitud equivalente al arancel y permitiría a las exportaciones mexicanas mantener una cierta competitividad en el mercado estadounidense.

Lo anterior, sin embargo, no impediría que hubiera un cierto traslado del arancel a los consumidores norteamericanos, quienes inevitablemente tendrían que pagar más por esos productos importados, con la consiguiente pérdida en su poder de compra y, por tanto, en su nivel de bienestar. Algunos de esos productos podrían encontrar sustitutos domésticos que no estén afectados por el arancel, pero en otros casos esto no será así, por lo que habría un aumento en el nivel de precios de muchos de los productos importados. Esta situación tendría un efecto indirecto en las decisiones de política monetaria de la Reserva Federal, la cual tendrá que actuar con mayor cautela ante las presiones inflacionarias que podrían ocurrir como resultado de la aplicación de los aranceles, por lo que podría mantener las tasas de interés relativamente altas por un periodo más prolongado de lo previsto originalmente.

Así, para la población estadunidense habría dos efectos negativos importantes, uno para los consumidores, por la vía de mayores precios, y otro para los deudores, porque las tasas de interés se mantendrán elevadas por más tiempo. Un tercer grupo afectado en Estados Unidos serán las empresas multinacionales de origen estadunidense basadas en México, especialmente en el sector automotriz, quienes serán afectados porque sus procesos de producción dependen crucialmente de la integración de sus cadenas de valor, especialmente a lo largo de toda el área de Norteamérica.

En cuanto a México, el impacto ocurrirá inicialmente a lo largo de todo el sector exportador. Aunque ocurra una depreciación, los precios de los productos mexicanos se encarecerán parcialmente en el mercado estadunidense y es probable que el volumen exportado se reduzca porque habría lógicamente una menor cantidad demandada de nuestros productos. Esta disminución produciría a su vez una desaceleración en la actividad económica de estos sectores, la cual paulatinamente se iría extendiendo al resto de la economía. Considerando la falta de dinamismo que de por sí ha exhibido la economía mexicana en los últimos meses, es muy probable que el choque arancelario termine por empujar a la economía mexicana hacia una recesión. Esta recesión no tendría que ser muy profunda ni muy prolongada, ya que una parte del choque económico se absorbería mediante el ajuste en el tipo de cambio. Sin embargo, la contracción en algunos sectores económicos y en ciertas regiones del país pudiera llegar a ser significativa (como en la industria automotriz o en la frontera norte). A pesar de esta posibilidad, es importante aclarar que no se trataría de una catástrofe macroeconómica o de una crisis mayúscula como las que hemos tenido en el pasado. En general, la economía mexicana está sólida y tiene buenos fundamentos macroeconómicos y está en posibilidad de enfrentar un choque como este.

Por otra parte, a diferencia de lo que ocurriría en Estados Unidos, en México podría haber una menor presión inflacionaria por dos diferentes motivos: por un lado, porque una parte de la oferta de productos mexicanos originalmente destinados al mercado estadunidense deberán colocarse en el mercado nacional y, por el otro, porque la desaceleración económica reducirá las presiones por el lado de la demanda. Esto, contrario a lo que ocurriría en Estados Unidos, le podría permitir al Banco de México reducir las tasas de interés a un mayor ritmo de lo previsto originalmente.

En suma, los efectos de los aranceles serían negativos en general para toda la región de Norteamérica, ya que sus habitantes padecerían por distintas razones. La región en su conjunto perdería competitividad con respecto al resto del mundo y, paradójicamente, los grandes ganadores serían terceros países, especialmente China y otros países asiáticos. Para los Estados Unidos debería ser un evidente error actuar en contra de México y Canadá, que son sus principales aliados y socios comerciales. Se trataría de un daño claramente autoinfligido. Esperemos que de aquí al martes pueda imperar el sentido común y se llegue a un acuerdo político que impida la entrada en vigor de las medidas anunciadas.

Fuente: Noticia original

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