¿Cuánto poder tiene realmente Sheinbaum?

Los presidentes poseen menos atribuciones de las que les atribuye la percepción popular, entre otras razones por el peso de los factores de poder real y por un contexto económico internacional y local fuera de control del Ejecutivo de cualquier país. Pero, del otro lado, en las últimas décadas ningún mandatario en México había tenido tantos botones en la cabina de mando como los que detenta Claudia Sheinbaum, gracias al predominio de Morena en los tres poderes, la debilidad de la oposición, la popularidad masiva y el dominio de las gubernaturas.

¿Cuál es el poder que realmente tiene Sheinbaum? ¿Para cuánto le alcanza? La pregunta procede de una columna de Denise Maerker en Milenio este miércoles, lanzada a la mesa de discusión. El tema es pertinente porque la posibilidad de una crítica útil deriva de la valoración real de los límites y posibilidades de una situación. Sea para no pedir imposibles o peras al olmo o, por el contrario, para estar en condiciones de exigir de acuerdo al margen de posibilidades reales de un servidor público.

De entrada habría que diferenciar la esfera política de la económica. Los alcances de la presidenta en materia política son mucho mayores. Superiores, incluso, a los de López Obrador. No solo porque goza de una mayoría constitucional y territorial que el tabasqueño no tuvo. También porque arranca el sexenio con esa fortaleza desde el primer día. López Obrador gobernó con muchas resistencias; élites económicas, medios adversos y oposición prefirieron resistir a la 4T con la esperanza de que fuese un sexenio de una sola vez. Asumieron que, tan pronto como los votantes se desengañaran, se dejaría atrás “la pesadilla”. Obviamente no fue así. Lo que Sheinbaum tiene enfrente, en cambio, son poderes fácticos convencidos de que en este momento y por un buen rato no hay otra opción política que sentarse a negociar con el único interlocutor a la vista, es decir, la presidenta. En ese sentido, Sheinbaum tiene todo el sexenio a su disposición para dejar una impronta política enorme. Algo de lo que quizá no vuelva a gozar un mandatario en muchos años.

El logro específico de Claudia Sheinbaum en sus primeros tres meses es el afianzamiento de su liderazgo dentro de su movimiento. Por más bastón de mando y ceremonias que vimos, es evidente que había muchos que esperaban un relajamiento en la verticalidad que caracterizó al mandato de López Obrador. Gobernadores, coordinadores del poder legislativo, dirigentes corporativos, hombres y mujeres de poder asumieron que tendrían más espacio para impulsar sus propias agendas y, en algún terreno incluso compartir el enorme poder que ostenta Morena. El proceso de consolidación de Sheinbaum no ha terminado, pero a estas alturas quedan pocas dudas de quien gobierna. Por más que los detractores siguen cultivando la leyenda de una supuesta maquinación constante de López Obrador, los poderes fácticos tienen claro que la última palabra no la tiene un gobernador, Adán Augusto López, Monreal o los dirigentes del partido y tampoco la obtendrán yendo a Palenque. La laboriosidad, eficacia y temperamento de la presidenta, sus mañaneras de mensajes contundentes, sus giras de cada semana para supervisar a los poderes regionales, dejan pocas dudas.

La consolidación del liderazgo de Sheinbaum es un proceso, insisto, inacabado. Probablemente tome el resto del primer año porque se trata en buena medida de un asunto de percepciones del resto de los actores políticos, incluyendo los que pertenecen a la 4T. Solo cuando todos ellos perciban que fracasan agendas distintas o adversas a las de la presidenta, el alineamiento será completo.

La pregunta de fondo es ¿para qué servirá toda esa fortaleza? ¿Para qué alcanza? Muchos en Morena están más interesados en utilizar el poder para aumentar el predominio del movimiento, perpetuarlo y debilitar cualquier otra opción política. O peor aún, usarlo para una ventaja puntual de sus carreras personales. Es decir, el poder que sirve para perpetuarse; un fin en sí mismo.

No es el caso de Sheinbaum y otros. Me parece que la presidenta y su equipo perciben el poder como un medio para modernizar y mejorar profundamente a la administración pública federal y hacer viable en términos económicos al proyecto político y social de su movimiento, para lo cual el país necesita crecer con prosperidad y justicia. Lo que estamos viendo es la primera etapa de una ola de decretos, leyes constitucionales y secundarias, diseño de políticas públicas e iniciativas que pavimentan el camino en esa dirección.

Cuando este proceso madure muchas cosas habrán cambiado en lo formal. Pero cuánto verdaderamente cambie en la práctica dependerá de la capacidad de la presidenta para vencer las resistencias políticas adentro y afuera de su propio movimiento.

Ese pulso es el que está en discusión. Por ejemplo, es notorio el desencuentro entre las prácticas mercenarias del Partido Verde y las que propugnan los ideales de la 4T. La alianza con el PV es congruente con una visión de poder que solo busque afianzar la aplanadora de Morena, pero es incongruente con una concepción de poder como instrumento para mejorar a la sociedad. La complicidad con el Verde le permite a al gobierno dictar “mejores” leyes porque alcanza mayorías constitucionales; pero la complicidad con el Verde dificulta que esas leyes se conviertan en realidad en la vida diaria. Es conocida la incomodidad que producen en Palacio Nacional personajes como Pedro Haces, el enriquecido y ostentoso líder sindical y brazo derecho de Ricardo Monreal en el Senado. ¿Cuándo se sentirá con la fuerza necesaria para escarmentar a gobernadores y líderes sindicales corruptos? ¿Lo hará alguna vez? ¿Preferirá optar por el largo camino de modificar las reglas del juego para impedir poco a poco las infamias de los facinerosos, antes que enfrentarlos?

¿Para qué le alcanza el poder a Sheinbaum y cómo quiere usarlo? Mi hipótesis es que la presidenta irá de menos a más en este empeño. Consolidar antes que poner en riesgo el despegue de su proyecto. Una vez en vuelo crucero y en pleno ejercicio de todos los botones y palancas del tablero podría comenzar la depuración ética de su movimiento. Esperemos que llegue.

Por lo demás, el tsunami que ocasiona Trump modifica y provoca enormes retrasos en esa ruta. La economía es el talón de aquiles de los mandatarios en todo el mundo, porque muchas variables escapan a su control. Trump las hace aún más volátiles, por más que las situaciones de emergencia favorecen el protagonismo de un líder prudente y estratega como ha mostrado ser la presidenta. ¿Cuánto poder tiene realmente Claudia Sheinbaum? ¿Para qué le alcanza? Me temo que las tormentas que se avecinan están a punto de mostrarlo en un sentido u otro.

@jorgezepedap

Fuente: Noticia original

Llega el frente frío número 26 a México con lluvias y nuevo evento de «norte»

Trump centraliza la política exterior en su figura y establece…

Noticias de hoy, 12 de febrero de 2025, en un minuto, hasta las 14:00 horas

Bloqueo Periférico hoy 12 de febrero: Manifestantes abren circulación en Parque Naucalli tras aceptar mesa de diálogo

Aranceles a México y Canadá por aluminio y acero serán del 50%: Casa Blanca

Apple se une a Google y le da gusto a Trump: Cambia a ‘Golfo de América’ en su servicio de mapas