Cine y realidad social

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El pasado 8 de febrero se celebró la gala de los premios Goya, una muy interesante gala, donde pudimos apreciar el muy buen nivel de la cinematografía español. 

Dicho esto, hemos visto una vez más, que tanto las personas premiadas, nominadas, y otras, han proclamado ideas solidarias y con tonos y contenido social en muchos casos, las cuales comparto en gran medida aunque, me habría gustado escuchar un reconocimiento y recuerdo a la huelga de actores y actrices que se llevó a cabo en 1975.

Los Goya son un magnífico escaparate, de un mundo, el de la creación cultural y en concreto del cine que se desarrolla y vive en un mundo lleno de dificultades, peligros, mucha precariedad, donde pocos sobreviven, dificultades que se incrementan mucho más si es cine de autor independiente. La intervención de Maribel Verdú, en referencia a las realidades que viven actrices y actores fue muy elocuente pues difícilmente viven de su profesión.

La creación con compromiso social se ve enormemente dificultada si no hay inversión en el producto

En este contexto, la creación con compromiso social se ve enormemente dificultada si no hay inversión en el producto, una inversión que permita acceder a los circuitos de distribución y promoción. Por este motivo debemos valorar muy positivamente obras como «El 47», obra que nos muestra, aunque la critiquemos por sus omisiones, la lucha del mundo del trabajo por sus derechos de ciudadanía, por vivienda digna, por servicios públicos, por transporte público, por ser reconocidos como ciudadanos con todos los derechos, pues no solo habían de tener deberes.

La película “El 47” tiene muchas virtudes, y omisiones a las que me referiré, y entre sus virtudes , mucho más allás de las espléndidas interpretaciones y escenificación, debemos poner en primerísimo lugar lo que era y significó la emigración en Catalunya.

Una emigración fruto de la intersección de situaciones durísimas de pobreza y exclusión y de represión política en muchos casos tal como nos relata el personaje de Manolo Vital y que tan magistralmente interpreta Eduard Fernandez. Una emigración que se ubicó en barrios en los márgenes de las ciudades, en unos barrios sin ningún tipo de servicio, generando viviendas de autoconstrucción muy a pesar de la dura actuación policial , en muchos casos, tal como nos muestra la película pero también la serie “Abogadas”.

En estos barrios se teje una muy importante red de solidaridades y de luchas por los derechos básicos de ciudadanía, por servicios públicos. No fueron luchas individualizadas, como nos da a entender la película galardonada, aunque también nos da alguna pista de cierto entramado social.

En esta red solidaria, tejida en los barrios, se desarrolla una parte importante del combate por la libertad, que empujó abierta y fuertemente para hacer posible la conquista de la democracia. El caso concreto, que la muy buena película omite, es la acción organizada y coordinada del secuestro del 47, para dar a conocer la realidad del barrio y conquistar el derecho a tener transporte público.

Manolo Vital era activo militante del PSUC y formaba parte de la sección sindical de CCOO de Autobuses de Barcelona

No fue una acción individual, fue una más de las acciones que el movimiento vecinal encabezado por los comunistas del PSUC y la gente de CCOO impulsó entre los años 76-78, para hacer posible que los barrios de los márgenes de la ciudad se situaran en el mapa de la red urbana de tranporte público, y en su conjunto en el mapa de la ciudad.

Manolo Vital, tan magnificamente interpretado por Eduard Fernandez, era militante, activo militante del PSUC y formaba parte de la sección sindical de CCOO de Autobuses de Barcelona, y dirigente vecinal. El barrio de Torre Baró era un barrio con un alto nivel de compromiso militante, del PSUC y de la Joventut Comunista, como bien nos recuerda en sus escritos Domènec Martinez (su blog personal nascutel49) que fue Secretario General de la JCC en los años 70.

En una entrevista a la galardonada por su brillante actuación, Clara Segura, de manera cordial, recuerda que al igual que su madre que era militante del PSUC, Manolo Vital también lo era, y de CCOO. Estas importantes comisiones no invalidan en absoluto la película, una película que nos invita a actuar en defensa de lo público, por mantener y ampliar nuestros derechos de ciudadanía, y enciende una luz importante frente a la oscuridad que nos acecha.

Recientemente en el Arxiu Històric Comarcal del Vallès Occidental, buceando en los documentos para un trabajo sobre la historia de la Joventut Comunista en Terrassa, encontré un importante documento que nos ilustra, aún más, sobre la realidad del barrio de Torre Baró y que podríamos extrapolar en alguna medida, a otros muchos barrios.

En la clandestina publicación de la la clandestina Joventut Comunista de Catalunya, en Barcelona “JUVENTUD” de octubre de 1970, se publica una noticia de la organización en Torre Baró, donde bajo el título de Torre Baró acusa, hace la siguiente radiografía:

  • En Torre Baró hay 2.000 jóvenes entre 15 y 20 años.

  • Ir y salir del barrio de Torre Baró es una aventura, ni metro, ni autobuses ni nada (hacen referencia a la falta de asfaltado).

  • La mayoría trabaja en la Zona Franca o Pueblo Nuevo y pierden parte del sueldo y día en transportes.

  • Llegar hasta Verdun una pasada, y si llueve.

  • Llegar hasta San André son 45 minutos.

  • Estudiar en Torre Baró es imposible. El Instituto más cercano está en el Guinardó o La Verneda. Las academias que hay en Verdun son caras y malas.

  • Sin instalaciones deportivas. Sin ocio.

Esto lo escribían jóvenes comunistas del barrio de Torre Baró, por tanto, debemos circunscribir las acciones reivindicativas en este contexto, en un entorno de resistencia y organización antifranquista. Dicho todo esto, bendita la muy buena película porque nos permite hablar, plantear, evidenciar públicamente la realidad social y las luchas colectivas que empujaron con fuerza, con mucha fuerza, hacia la libertad, hacia una democracia que las derechas no la querían o bien nos la querían implantar tan aguada y desdibujada que no la reconoceriamos como tal y por supuesto, la hubiesen querido sin los protagonistas de las  resistencias organizadas.

El cine, como vemos, permite abrir ventanas y puertas en este mundo de oscuridad al que nos quieren abocar, y se hace necesario una asunción de políticas que permita crear sin morir en el intento.

Finalmente, alguna sugerencia para guionistas con voluntad de compromiso. Trabajar un guión sobre Cipriano García, líder sindical y político, sería una muy buena noticia. Eduard Fernandez, sería (bajo mi humilde opinión) el actor ideal para encarnar la figura de Cipriano García “El Cipri”.

Fuente: Noticia original

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