El día que El Greco ascendió a los cielos… y el Prado abrigó, un siglo después, su primera obra en suelo español

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El 22 de septiembre de 1579 fue el día más importante en la vida de El Greco. Aquella jornada el obispo auxiliar de Toledo, don Diego de la Calzada, celebró misa mayor, la primera oficiada en la recién concluida iglesia del Monasterio de Santo Domingo el Antiguo. Desatendidos los austeros detalles del interior del templo, los asistentes a la ceremonia quedaron deslumbrados ante el espectáculo creado por el pintor. Enmarcada por los retablos laterales, sobre el altar mayor lucía flamante y rompedora La Asunción de la Virgen. Aquel día El Greco ascendió a los cielos de la pintura universal.

Hasta su llegada a España dos años antes procedente de Italia, Doménikos Theotokópoulos, a pesar de dominar el oficio, no era demasiado conocido. Atraído por la construcción del Monasterio de El Escorial, vino a nuestro país con la intención de trabajar en el monumento. No lo consiguió. A cambio tuvo dos encargos que le llevaron a Toledo: El Expolio, para la Catedral Primada, y los mencionados retablos de la iglesia del monasterio de las monjas cistercienses de Santo Domingo el Antiguo.

Después de largas negociaciones, el Museo del Prado ha reunido en la exposición El Greco. Santo Domingo el Antiguo, ocho de los nueve lienzos de aquella obra magna que consagró al cretense. Solo falta uno, el San Bernardo, que permanece en el Hermitage de San Petersburgo, después de ser confiscado como botín de guerra por los rusos, al final de la Segunda Guerra mundial. Por razones obvias no se ha incluido en la muestra.

A partir de 1830 el conjunto de Santo Domingo el Antiguo se desmembró y fue dispersado por sucesivas ventas, expolios y expropiaciones, prolongadas hasta 1961.

‘La Trinidad’ y ‘San Juan Evangelista’.JAVIER LIZÓNEFE

La Asunción regresa al Prado 123 años después de la primera exposición monográfica sobre el pintor celebrada en el museo. Momento en el que el Greco salió del ninguneo donde había caído tras su muerte y que se prolongó un par de siglos. En 1906 fue vendida al Art Institut de Chicago, Estados Unidos. Hoy regresa a España tras un delicado viaje. Sus dimensiones han hecho preciso contratar un avión especial para el transporte entre Chicago y París. Desde allí se ha trasladado por carretera hasta Madrid en un camión climatizado con custodia de seguridad.

OBRAS MAESTRAS

«Es una exposición pequeña, casi de cámara, pero histórica; todas las piezas son obras maestras. Ha sido muy laborioso reunirlas y será difícil lograrlo otra vez», explica Leticia Ruiz, jefa de Colección de pintura española del Renacimiento del Prado. Esta trascendencia, junto a la monumentalidad de la obra, ha justificado su instalación en la galería central del edificio Villanueva, en la entrada principal del museo.

El proyecto expositivo realza las dimensiones de La Asunción, de 4,03 metros de alto por 2,12 de ancho. En torno suyo se estructuran La Trinidad, que corona el ático del retablo central, y los dos retablos laterales, La Natividad y La Resurrección. A continuación se muestran también los retratos de San Juan Bautista, San Juan Evangelista, San Benito, una copia del ausente San Bernardo y La Santa Faz.

Detalle de la obra 'La Asunción'.

Detalle de la obra ‘La Asunción’.

El encargo le llegó al Greco por medio de Luis de Castilla, hijo natural del deán de la catedral toledana, a quien había conocido en Roma. El pintor entendió la trascendencia de aquel trabajo y se empleó a fondo. «La Asunción es la única obra que fue fechada, prueba de la importancia que le dio El Greco. Probablemente fue su primera obra en suelo español», resalta Ruiz.

Durante dos años el Greco trabajó en el conjunto de San Pedro el Viejo y en El Expolio. Aplicó los conocimientos que había adquirido en Italia y modificó la fórmula tradicional del retablo impuesto en Castilla, basada en una estructura reticular de obras de tamaño semejante. Así pintó el retablo a la veneciana, con una tela central de gran tamaño, arropada por otras secundarias. Era la primera vez que se enfrenta a una obra de tamaño tan desmesurado. Hasta entonces solo había producido retratos de pequeño tamaño.

Los lienzos se muestran fuera de sus retablos. Parecen recién salidos del taller del artista. «Tenían un magnífico estado de conservación. Sólo se ha limpiado el polvo y dado algún retoque de barniz», señala Ruiz. Oportunidad que permite asistir casi en directo a las pinceladas que dio el maestro cretense.

Concluye la muestra con La adoración de los pastores. De factura muy posterior a las anteriores, permite comprobar la evolución de la pintura del Greco. Concluida el año de su muerte, en 1614, el artista se autorretrata en la obra e incluye a su hijo en ella.

Fuente: Noticia original

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