Víctor E. Rodríguez Méndez
A Sergio J. Monreal le han elaborado dos cartas astrales y en ambas ha aparecido su oficio como escritor y docente. Es a lo que se ha dedicado siempre, y eso lo hace una persona afortunada, según dice, porque a la fecha ha logrado que su vida esté completamente integrada a la literatura como una forma de vida, tanto en los libros como en las aulas de clase.
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Nacido en 1971 en la ahora CDMX, se considera genuinamente un escritor michoacano. Desde 1984 radica en Morelia, donde ha crecido y desarrollado su labor literaria y docente. Una ciudad, por cierto, con la que ha establecido una relación sentimental y pesarosa que no deja de proyectar en sus relatos.
Sergio Monreal es autor de varios libros de poesía, cuento, novela, dramaturgia y ensayo. Ha participado en numerosas antologías y colaborado en diversos medios estatales y nacionales. Con buen talante, reconoce que ha cultivado “de manera irresponsable buena parte de los géneros literarios conocidos, sin especializarme en ninguno”. Asegura que ha contado con la “respetable fortuna” de que su obra haya sido publicada (como pocos autores en la entidad), aun cuando no necesariamente haya sido en los canales “más visibilizadores del mundo editorial”.
Sergio Monreal no tiene dudas de que en estos momentos sí es muy importante publicar y hay que procurarlo de un modo u otro, a diferencia de lo que hizo al respecto la generación anterior o, incluso, su propia generación, para quienes en su momento no parecía ser importante buscar la publicación de sus obras y el reconocimiento trascendental fuera del estado. “Aunque parezca paradójico, gente como yo —que en este momento tenemos más de 50 años— estamos aprendiendo de escritores y escritoras más jóvenes como Armando Salgado, Leonarda Rivera o Edgar Omar Avilés, por poner sólo tres ejemplos, que sin tanto escrúpulo y sin tanta pudibundez entendieron el matiz de la profesionalización del trabajo literario que tiene que ver con «vender» su obra y se han preocupado por figurar en el medio literario nacional”.
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Añade: “No se trata de que sólo ellos reconozcan a mi generación por abrir camino, sino más bien es una cosa de ida y vuelta: ahora ellos tienen un aprendizaje y un camino recorrido del que nosotros aún nos podemos alimentar. Por tanto, sí creo que es muy importante publicar y publicar bien, porque también es importante cuidar las formas”.
Sergio pertenece a la que se puede denominar la generación de escritoras y escritores de Michoacán nacidos a finales de los 60 y principios de los 70 del siglo pasado, por lo que reconoce como “responsables” de su magisterio a las poetisas Frida Lara Klahr y Margarita Vázquez (su madre), así como a Francisco Javier Larios, José Mendoza y Lourdes La Negra Esquivel, entre otras referencias.
Ha escrito los poemarios El manar de la sombra (1997), Las raíces del aire (2008), Camlann (2011) e Instantáneas del distante (2011), así como los libros de dramaturgia Los ojos perdidos de Mirmidón (1996), Como esperando a Godoy (1999) y Lóreas (2006). Entre su obra de narrativa se encuentra La sombra de pan (1997), La razón de los monstruos (2000), El canto de las ranas (2004), En cueros (2011), Abecerial Killer (2017). Tiene en su haber reconocimientos en varios certámenes literarios a nivel nacional e internacional, siendo el más reciente el III Premio Internacional de Novela Negra Puerto Negro de Chile, el año anterior.
Una profesión de tiempo completo
La literatura es para Sergio Monreal una forma de vida, lo que lo hace ser una persona afortunada, según explica. “Llega un momento en el que identificamos lo que más amamos en la vida, lo que más nos apasiona, y yo tengo la enorme fortuna de dedicarme de tiempo completo a la literatura. Me es muy difícil separarla de mi ser, de mi hacer, mi pensar y mi sentir, que están vinculados al tema literario por lo menos desde la secundaria”. En tal sentido, agrega que su vida se ha ordenado de tal manera que todas las cosas que tienen que ver con la supervivencia están vinculadas al trabajo literario, a diferencia de otros escritores para quienes impartir clases de literatura es una carga o un premio de consolación. “Yo lo veo como parte de mi actividad. No me tengo que quitar mi traje de escritor, por ejemplo, cuando doy clases de literatura o teatro”.
Además de su dilatada y ardua carrera como escritor, Sergio se ha dedicado a la actividad docente de literatura y teatro a nivel medio superior y superior desde hace casi tres décadas. Actualmente coordina el Taller Literario “La Cúpula” en la Casa de la Cultura de Morelia y es responsable, junto al escritor Rafael Calderón, del programa de conferencias y conversatorios El Espacio Literario, así como del proyecto editorial Centzontli, que apenas ayer presentó el primero de doce fascículos sobre la poesía michoacana durante los dos recientes siglos.
Para él todas las actividades que engloban su quehacer profesional son ventanas que miran todas hacia el mismo paisaje de la literatura. “Es muy similar a lo que sucede cuando paso de un género a otro: son ventanas de una misma casa desde las que me asomo a dialogar con la realidad”.
Acomodado en la mesa de un café del Centro Histórico moreliano, las palabras fluyen con soltura en Sergio cuando responde generosamente a las preguntas que se imponen en la charla. Un tema lleva a otro y así se van deshilvanando las reflexiones del escritor y docente. ¿Cómo se ve el mundo literario actual con la información que avasalla desde en las redes sociales? “Simplemente son nuevas condiciones”, señala Sergio, sin un dejo de duda. “El tema es que las preguntas y los retos son bastante parecidos a los del siglo pasado y hoy tenemos escenarios que se modifican. Creo que sí tenemos que reacomodar la idea de lo canónico que tiene que jubilarse, en definitiva; me queda claro que se tiene que redefinir la posición de lo canónico ante la enorme multiplicidad de expresiones y de voces literarias, y ver qué posibilidades nos abre”.
En la medida de las posibilidades, apunta, de lo que se trata “es de dialogar con esa nueva variedad, aunque la proliferación también contribuye a la fragmentación”.
Y los libros, la lectura, la literatura en sí misma, ¿para qué nos sirven en estos tiempos? “Para lo mismo que toda la vida”, responde. “Son una forma de leer y escribir la realidad. Yo soy un convencido de que —como lo planteo Ítalo Calvino en sus propuestas para el próximo milenio— debemos seguir preguntando con la sospecha de que hay cosas que solamente la literatura le puede dar a la especie humana”.
Sobre el tema de los nuevos soportes para el libro, Sergio se pregunta a la vez: ¿estamos ante un horizonte en el que es verosímil que el libro desaparezca? Y si es así, ¿la desaparición potencial del libro implica una potencial desaparición de la literatura? ¿Sí?, ¿no?, ¿cómo? y ¿por qué no? “Mi conclusión es que la literatura sigue siendo un espacio donde se interroga a la realidad de una manera necesaria y pertinente, como ninguna otra actividad humana, porque la literatura tiene la posibilidad de enunciar, reinventar y reformular la realidad de maneras que nadie más puede hacerlo”.
Con todo lo anterior, surge como reflejo también el autorreconocimiento de Sergio como escritor, y al respecto se mira muy distinto a veinte años atrás. “Con el paso del tiempo vas tomando cierta conciencia, vas madurando y te vas volviendo menos mesiánico”, señala. Esta madurez implica también que sus dinámicas de trabajo se van modificando con ciertos detalles. “Escribo irregularmente, pero cuando estoy metido de lleno en un proyecto puedo escribir de tiempo completo. Diría que, aunque escribo de forma caótica, he terminado por concientizar mi orden y mi indisciplinada disciplina”.
Una alegría muy grande
Sergio Monreal fue el ganador en 2024 de la tercera edición del concurso de novela policial Puerto Negro que convoca la Universidad Andrés Bello de Chile, que en esta edición recibió 125 obras provenientes de más de 15 países. Su novela, Una poca de gracia, fue reconocida por el uso del lenguaje coloquial, además de un desenfado al narrar que le entrega un aire refrescante a la novela policial, según Iván Farías, jurado del concurso. La también jurado Mónica Rouanet comentó por su parte que “esta novela supera las expectativas y redefine lo que significa ser humano en una trama tan directa como impactante”.
Para Sergio, este premio ha significado “una alegría muy grande”, según dice. “No es que uno esté dependiendo de ese reconocimiento exterior, pero mentiría si te dijera que no es una carga de gasolina. Además de que te vayan a publicar y de que haya una lana de por medio, no es menor el hecho de que unas personas que no tienen la menor idea de quién soy —un jurado argentino, otro chileno y otro español— leen tu obra y consideran que vale y merece atención, eso es algo que necesita toda persona que se dedique a escribir”.
Respecto a la novela, el escritor michoacano comenta que fue producto de un proyecto con un plazo muy largo, de ésos que tardan quince o veinte años en ser cristalizados. “El aliento de esta novela inició con mi libro La razón de los monstruos, ahí viene un cuento que se llama «La llamada de la selva», en el que está el esbozo del personaje de esta novela. Siempre me quedó el gusanito de escribir una novela en este tono introspectivo, con mucha carga generacional, con un perfil de la novela negra iberoamericana, como de novela-crónica. En 2014 la empecé a trabajar y la terminé de escribir en 2019. Probé suerte en algunos en algunos concursos sin tener suerte, y se la di entonces a leer a varios amigos y amigas sin que pasara mayor cosa, hasta que se la hice llegar a Raúl Mejía pidiéndole una lectura crítica y que a final de cuentas me fue mega útil; le tumbé 150 páginas a la novela, la corregí y le hice ajustes, le di un ritmo diferente”.
Luego vino, incluso, la valoración de a cuál concurso de novela negra debía mandar la obra. Finalmente se decidió por el III Premio Internacional de Novela Negra Puerto Negro. “Es una obra de escritores, el protagonista es un escritor de Morelia de poco más de 40 años que tiene conflictos personales, existenciales y generacionales y se ve involucrado en una trama de tipo policiaco en la existe un ajuste de cuentas familiar para el personaje”.
Cerramos hablando de Morelia. ¿Cuál es la relación de Sergio Monreal con la ciudad en la que ha vivido más de cuatro décadas de su vida? “Es la relación de toda persona que se va haciendo mayor y va dejando de reconocerse en lo que fue su espacio vital, pero que al mismo tiempo desarrolla una sensibilidad a todo lo que va prevaleciendo. Recuerdo que, pasados mis 45 años, me sentía como un absoluto extraño y había muchas cosas que no entendía. Ya hice las paces con eso, en el sentido de que sí me duele como a otras personas, y ahora sólo me queda una sensación entre resignada y doliente”.
Víctor Rodríguez, comunicólogo, diseñador gráfico y periodista cultural.
Fuente: Noticia original