La política arancelaria de Trump: un error con capacidad para volvérsele en contra

La guerra arancelaria mundial declarada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha situado en el disparadero a sus países vecinos, Canadá y México, y a las importaciones provenientes de China, amenaza con golpear también a Europa. Pese a que las amenazas aún no se han cristalizado, los movimientos y las declaraciones de Trump son el preludio de la que se antoja como irremediable reconversión de las relaciones comerciales entre dos mercados interrelacionados. Un golpe sobre la mesa que los principales think thanks españoles observan como un error. Por ello alertan de la necesidad de armar un bloque de contención europeo que minimice los potenciales daños que supondría un enfrentamiento de este tipo.

“El movimiento de Trump es un error que tiene, además, la capacidad de provocar una contracción del comercio internacional y, en consecuencia, un empobrecimiento mundial”, apunta Gregorio Izquierdo, director del Instituto de Estudios Económicos (IEE). Según su análisis, sin embargo, el uso de los aranceles como medida de presión por parte de la administración Trump contra la Unión Europea no tendría demasiado sentido, porque “Europa, a diferencia de China, cuenta con excedente comercial suficiente para no tener que plegarse”. Aun así, Izquierdo sugiere, como remedio de contención, que el bloque comunitario “refuerce su política de competitividad para seguir exportando en un mundo con visos tan proteccionistas como el que se avecina”, y que se centre en “reducir el déficit público, porque la mejora del saldo público restaría tensión a las cuentas”.

En el plano corto, los efectos del golpe fiscal trumpista también preocupan a España. “Pese a que el peso de las exportaciones nacionales a Estados Unidos es del 5%, toda esta incertidumbre es particularmente perjudicial”, abunda Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas. En su opinión, este tipo de políticas son “fundamentalmente inflacionarias”, por lo tanto, “esto tiene vasos comunicantes”, lo que acabaría también por perjudicar a la propia economía norteamericana. “La propia Cámara de Comercio de Estados Unidos ya ha mostrado su preocupación por los posibles efectos que puede tener en su economía”, recuerda Torres.

Pese a la dificultad de ya no solo vaticinar los próximos pasos del presidente de Estados Unidos, sino de “entrar en su psicología”, según Torres, la estrategia de amenaza de Trump tiene como objetivo primario “extraer un beneficio, incluso sin necesidad de llegar a interponer esos aranceles”. Estos se están estableciendo “de forma general” y no “en productos o sectores concretos”, recuerda el experto, lo que resulta “potencialmente peligroso incluso para sus propios intereses”.

Respuesta coordinada

Christian Chase, economista jefe del Círculo de Empresarios, considera que “la llegada de un Donald Trump más fuerte y decidido está cambiando las reglas del juego en la política internacional”. Esto representa “una advertencia para Europa, que debería estar muy atenta a la evolución de la situación geopolítica”. Chase califica los primeros movimientos del mandatario como “tácticos más que estratégicos”, puesto que, en su opinión, “están enfocados a inducir un cambio en objetivos muy concretos a corto plazo, más que en un cambio radical en las relaciones comerciales con Canadá, México o China”. Además, los considera ineficaces para corregir “los profundos desequilibrios que padece la balanza de pagos de EE UU”.

Los tres expertos consultados ―Fedea y la patronal catalana Foment del Treball han rechazado hacer valoraciones al respecto― alertan de que, pese a que Trump valore la posibilidad de incluir a Europa entre sus víctimas, el verdadero peligro es que lo haga en un momento de debilidad como el actual, con países de enorme peso como Francia y Alemania atravesando turbulencias. “Para superar esta percepción, es necesario que los políticos europeos sean más ágiles en sus decisiones y comiencen un proceso de desregulación, principalmente en materia económica”, opina Chase.

“Cuanto más débiles estemos, peor. Y ahí el contexto económico no juega a nuestro favor, y cuanto más divididos estemos, también peor”, se suma Torres. “Él va a jugar a eso, y lo deseable sería una respuesta coordinada. También a nivel de intervención: lo ideal sería una alianza a largo plazo con diferentes bloques, y a corto plazo, tal vez en el contexto de la Organización Mundial del Comercio (OMC), tener en cuenta una acción unificada en caso de que se acaben de materializar estos aranceles”, añade.

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