Una mirada al camino infinito e incansable de Rafael Canogar: «A veces me sorprendo de la edad que tengo»

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Este hombre, que hoy expone en uno de los mejores espacios del Paisaje de la luz, fue uno de los integrantes de aquella fantástica cuadrilla que hace seis décadas encendió la luz de la cultura española adormecida por las quimeras franquistas. Rafael Canogar junto con colegas de la talla de Antonio Saura, Manuel Millares, Luis Feito, Juana Francés, Pablo Serrano, Antonio Suárez, Manuel Rivera y personajes tan inclasificables como el crítico de arte e intelectual Manuel Conde, lanzaron en 1959 el manifiesto El Paso, que se convirtió de inmediato en seña de identidad y nombre del grupo.

Desde entonces, Canogar no ha cesado de subrayar con su pintura lo que lanzó al viento aquella proclama. Una cuidada selección de cerca de 60 obras se reúne en Rafael Canogar. [I]Realidades [Obras 1949-2024], exposición gratuita que puede verse en CentroCentro hasta el próximo 18 de mayo. Incluye lienzos de grandes dimensiones, collages, esculturas, documentos, fotografías y otras piezas. Muchas pertenecen a la colección del artista y nunca antes se han expuesto, otras son de colecciones públicas y particulares prestadas para la ocasión.

«Ya era hora. Hace 24 años que no se hacía una exposición institucional de Canogar en la capital», admite Alfonso de la Torre, comisario y estudioso de la obra del pintor. «Resume muy bien mi trayectoria, que ha sido bastante larga. A veces me sorprendo de la edad que tengo, no me he dado ni cuenta, pero ha sido muy hermoso», reconoce el artista.

«En todo ese tiempo, el arte ha dado sentido a mi vida. La carrera de un artista no es la meta, es el camino» se sincera con GRAN MADRID este creador que, con 90 años, mantiene una actividad incansable. La obra más reciente expuesta está fechada en 2024.

‘Sin título. Óleo sobre lienzo’.E. M.

El único superviviente de aquel diapasón que marcó el antes y el después del arte español contemporáneo recuerda sus inicios. «España estaba muy atrasada y aislada. No había museos de arte contemporáneo, casi no existían galeristas. Nosotros quisimos conectar con la vanguardia cultural e informar de lo que se hacía fuera. Con nuestras obras, pero también con conferencias, escritos y un pequeño boletín que publicábamos».

En una vitrina se expone aquel iluminado manifiesto que en 1959 fue punto de partida de una formidable aventura. Así comienza: ‘El Paso pretende crear un ambiente que permita el libre desenvolvimiento del arte y del artista, y luchará por superar la aguda crisis por la que atraviesa España en el campo de las artes visuales’.

Canogar lo recuerda: «Teníamos muchos detractores, pero también un pequeño grupo que nos seguía y nos animó mucho. Nuestra primera exposición fue en la galería Fernando Fe, que dirigía Manolo Conde, miembro de El Paso, gracias a la que pudimos empezar».

Puñetazo sobre la desvencijada mesa de la cultura de posguerra, El Paso produjo un salpicón de pintura abstracta que removió las aguas estancadas del arte español. Su trabajo fue la escotilla por donde entró en España el aire de las vanguardias.

'Sin título. Técnica mixta'.

‘Sin título. Técnica mixta’.

Han pasado 75 años y Canogar no ha dejado de subrayar con los pinceles sus intenciones. «Mi meta es el trabajo diario, descubrir unas formas que me dan la posibilidad de comunicarme y, sobre todo, de ser honesto».

La prolongada épica este pintor nacido en Toledo y afincado en Madrid desde los cinco años, se presenta en cinco secciones. Abarcan desde la pintura representativa a la abstracción. «A lo largo de su trayectoria se observan constantes comunes, como la solidaridad, la amistad y el dolor», explica de la Torre.

La primera obra recogida da fe de los inicios naturalistas de este artista formado en el taller del retratista y paisajista Daniel Vázquez Díaz. Ventana abierta a la naturaleza que tan importante ha sido en la obra de Canogar, es el jardín de su maestro en la calle María de Molina. «Es uno de los ejercicios que nos proponía. Se ha conservado de milagro, porque aquellos trabajos que hacía cada día, al acabar, limpiaba la pintura del lienzo y lo dejaba preparado para el día siguiente».

«El paisaje castellano es mi evocación más familiar. Y lo he pintado con las manos, he restregado la pintura y con los dedos he abierto surcos en el lienzo» señala ante una de sus obras de gran formato, con esas improntas que unen al hombre con la tierra, con la materia que le rodea.

'Escena urbana. Construcción'.

‘Escena urbana. Construcción’.

La exposición prosigue por el periodo de finales de los 70, donde Canogar se olvida del informalismo para abrazarse con el realismo cotidiano que reflejan los medios de comunicación. Es el momento donde su pintura abandona la esencia plana y salta a las tres dimensiones.

En esta etapa, que el artista denomina realista, son protagonistas cuerpos espectrales, rostros mortificados, manos crispadas y gritos consternados; dolosos fragmentos de corporeidad que remiten al momento en que fueron creados. «Responden a una dictadura y a la búsqueda de democracia de la sociedad española. Quise que mis obras fuesen un grito de libertad«.

Concluye la muestra con tres deliciosas obras que rezuman la alegría que Paul Klee y Joan Miró contagiaron a Canogar. «Son dos artistas inexcusables» reconoce el artista, mientras su cabeza bulle hacia el rumbo hacia donde se dirigirán sus próximas pinceladas.

Fuente: Noticia original

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