Marianne Faithfull y Mick Jagger: el amor de vampiros que cambió la historia del rock

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Hay una idea que explica el papel de Marianne Faithfull en la historia de la cultura del siglo XX: Faithfull, hija de dos diletantes que estuvieron en las vanguardias de los años 30, fue la mujer que conectó la música pop de los años 60 con la tradición literaria del romanticismo de los siglos XVIII y XIX. She walks in beauty, su último disco, estaba lleno de versos de Shelley, Keats, Byron y compañía y exponía esa hipótesis. Pero mucho antes, la juventud de la cantante (recién fallecida a los 78 años), los años que pasó entre 1964 y 1970, fueron una especie de performance vital de esa exaltación romántica, desde lo sublime hasta lo sórdido.

Y a esa escenificación, el mundo lo llamó «ser la musa de Mick Jagger» que es una frase que, oída desde 2025, suena un poco incómoda. Faithfull no fue, ni mucho menos, una musa pasiva: cantó, escribió y alimentó de ideas para/a los Rolling Stones. Le dijo a Mick Jagger que leyera El maestro y la margarita de Bulgákov, lo llevó a vestir como un vampiro de John Polidori y le descubrió la poesía francesa. Y sí: fue también la mujer por la que Jagger dejó a su primera esposa, a la que dejó ingresada en una clínica después de atracarse de barbitúricos, y fue aquella a que el mismo Jagger abandonó después de otro intento de suicidio frustrado.

Los hechos narrados en la autobiografía de Faithfull de 1994 (hay edición española en el sello Celeste) son complejos. En 1964, Faithfull tenía 17 años, iba al instituto y conocía al mánager de los Rolling Stones, Andrew Loog Oldham, de una fiesta. A Oldham le había gustado su apariencia, le había contratado para grabar un disco y había dispuesto para ella As Tears Go By, la primera canción escrita por Mick Jagger y Keith Richard. En agosto de ese año, su versión entró en la lista de éxitos del Reino Unido y Faithfull, aún menor de edad, se convirtió en un personaje en el paisaje de los Rolling Stones.

Al principio, su amigo en la banda no era Jagger; Brian Jones y Keith Richards, junto a su amiga/amante Anita Pallenberg fueron las personas que la acompañaron en su entrada a su mundo. Pallenberg, según Faithfull, fue la persona que la guio en el ácido, el cánnabis y la heroína. Richards fue el hombre del que se enamoró. Y Jones fue la personalidad en la que se reconoció, el Rolling Stone más frágil y sensible.

Faithfull se emparejó primero con Jean de Breiteuil, un traficante de drogas especializado en los famosos, pero se casó con un galerista del mundo de sus padres, John Dunbar, y tuvo con él un hijo llamado Nicholas. Se acostó con Keith Richards una vez y, sólo entonces, se despertó el interés obsesivo de Mick Jagger, que, en esa época también estaba casado con una mujer apenas un poco mayor que Faithfull. Chrissie Schrimpton, en 1966, tenía 21 años y estaba abandonada a la soledad de una mansión llamada Harley House, mientras Jagger llevaba la vida de un Rolling Stone. Intento suicidarse el 15 de diciembre pero no murió. Durante su convalecencia, Jagger metió sus cosas en un camión y las envió a la casa de su suegro. Faithfull entró a vivir a la misma Harley House antes de que acabara el año.

¿Cómo era Marianne en 1967? Su carrera ya había despegado aunque su timbre todavía sonaba nítido y un poco infantil, no era la voz rota con la que volvió al mundo en 1979. En 1965 publicó dos álbumes simultáneos, uno de pop y otro de folk, y hubo nuevas entregas en 1965 y 1966. En cambio, su imagen, que en 1964 personificaba la inocencia y la belleza más inocente, ya había cambiado ante el público. En ese 1967, se vio envuelta en una redada en la casa de Keith Richards en Sussex. La policía irrumpió en una fiesta, encontró una cantidad relevante de drogas y arrestó a los presentes. A Faithfull la sorprendió la aparición de la policía cuando se daba un baño. Los agentes la urgieron a bajar al salón de la casa y ella solo encontró una alfombra para cubrirse. La imagen se filtró y los tabloides la convirtieron en la venus de las pieles de un mundo insoportablemente escandaloso.

Una parte de razón tenían: a Faithfull la esperaban tres años de cuesta abajo la rodada junto a Jagger. Cuando se instaló en Harley House ya tomaba 10 pastillas de Mandrax para poder dormir. En 1968 rodó La chica de la motocicleta junto a Alain Delon y su imagen aún era luminosa. Pero en 1969, murió Brian Jones y el golpe fue devastador para su antigua amiga. No sólo la muerte del músico fue traumática: la frialdad de Jagger ante aquella muerte fue el momento en el que Faithfull intuyó que vivía junto a un aspirante a vampiro al que había llenado la cabeza de cuentos de terror. En esa época, Jagger ya tenía una amante, una en singular, a la que prefería antes que a Faithfull: Marsha Hunt. Faithfull ya no era una belleza de porcelana, era una consumidora de drogas cadavérica.

Hubo un viaje a Australia, el rodaje de una película que reunió a la pareja en Sidney. Faithfull voló con la maleta llena de medicinas. El Tuinal, el principal componente de su dieta en esos días, era una mezcla de barbitúricos y sales sódicas. Al llegar al hotel, Jagger se echó a dormir. Faithfull se enfrentó a su imagen fantasmagórica en el espejo y quiso saltar al vacío. No logró abrir la ventana. Se tomó entonces 30 pastillas de Tuinal. Despertó seis días después. En mayo de 1970, Jagger ya había roto con ella y un juzgado le había retirado la custodia de su hijo. Le quedaba la adicción a la heroína. Era el monstruo de un cuento gótico que sólo estaría completo con su renacimiento artístico en 1979. La fantasma había vuelto y traía el secreto de la belleza con ella.

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