‘The Brutalist’, una de las máximas favoritas a los próximos Oscar, llega a los cines españoles recuperando una práctica que ya no se veía en las salas, el mítico intermedio o pausa a mitad de proyección que tradicionalmente se introducía en aquellas superproducciones de Hollwyood bigger than life, de duración mastodóntica y que parecían destinadas a arrasar en las galas de premios.
Película ‘The Brutalist’
Porque sí hubo una época en la que una duración cercana o superior a las 3 horas garantizaba que estábamos ante un espectáculo importante, uno que no convenía perderse en pantalla grande porque estaba destinado a perdurar. Hoy cualquier blockbuster de medio pelo se puede alargar hasta las 2 horas y media para contar lo que antes no necesitaba más de 90 minutos. ‘The Brutalist’, con sus imponentes 215 minutos, aspira sin disimulo a aquella antigua grandeza.
Una pausa nada caprichosa
En ese empeño por recuperar las formas y maneras de un cine cada vez menos presente en las taquillas, la cinta de Brady Corbet protagonizada por Adrian Brody también introduce un descanso de 15 minutos cronometrado con precisión. Según su director, no se trata de una pausa caprichosa, sino que el guion está estructurado para tener naturalmente ese receso aproximadamente a la mitad de sus 3 horas y 25 minutos.
Brady defiende que ese lapso busca enriquecer la experiencia del espectador, ya que además está acompañado por una composición musical original que mantiene la inmersión del público en la atmósfera de la historia, mientras se proyectan imágenes fijas de los personajes y un reloj de cuenta regresiva. Obviamente, quien lo desee podrá levantarse para ir al baño o simplemente estirar las piernas antes de continuar con la segunda parte.
La edad dorada de los intermedios
Para localizar el primer intermedio en el cine hay que remontarse a ‘El nacimiento de una nación’, en 1915, pero cuando realmente se popularizó este recurso fue a partir de la década de los 50 y hasta los 70, con las grandes historias bíbilicas (‘Los diez mandamientos’, ‘Ben-Hur’, musicales (‘West Side Story’, ‘Sonrisas y lágrimas’), o epopeyas épicas (‘Lawrence de Arabia’, ‘2001: una odisea del espacio’).
De alguna manera, la introducción de esos descansos imbuía de respetabilidad y prestigio a la proyección. E incluso esas películas parecían aumentar las posibilidades de Oscar. Ocho de las 15 ganadoras a la mejor película entre 1956 y 1970 incluían esos intermedios que replicaban la experiencia del teatro. También es cierto que no todas las películas de larga duración lo incluían. Y, por el contrario, podía haberlo en alguna cinta no tan extensa, como el musical ‘Molly Brown siempre a flote’, de 128 minutos.
Otra razón que explica la necesidad de una pausa en ‘The Brutalist’ es simplemente técnica. Algunas de sus proyecciones se harán en IMAX y 70 mm, y esos formatos no puede soportar una película de 200 minutos. Estas limitaciones también se daban antes. Las primeras películas en 3D requerían un descanso, y las presentaciones en Cinerama inicialmente se limitaban a películas que no superaran las dos horas.
La volátil atención del espectador actual
Además, también está la impresión de que una película no solo larga sino también densa como ‘The Brutalist’ necesita que su público se tome un respiro. Hoy la audiencia está acostumbrada a ver las películas en casa, donde se puede parar la proyección cuando lo desee o simplemente consultar su móvil, el mayor enemigo para la concentración del espectador. Con su intermedio, la cinta de Corbet podría estar eliminando esa barrera que puede echar atrás a más de un espectador intimidado por sus casi 3 horas y media.
Felicity Jones, una de las actrices de la película, cree en la importancia de esa pausa, sobre todo en estos tiempos en los que el público está acostumbrado al «contenido obsesivo y de formato corto«. «Tienes una variedad de opciones. Puedes tomar una taza de té, fumar un cigarrillo, tomar una bebida o charlar con la que persona con la que estás viendo la película», explica. Todo sea por recuperar la experiencia del cine como acontecimiento.
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