Vivir en paz es un derecho fundamental que todas y todos deberíamos disfrutar. Sin embargo, para quienes nacimos y crecimos en lugares como Tepito, en un contexto marcado por la violencia, este derecho parecía un sueño lejano. Desde niñas aprendimos a vivir con el miedo y la desconfianza, pero también crecimos con un anhelo profundo de sentirnos seguras, libres y alejadas de los estereotipos que han estigmatizado nuestras comunidades.
El programa «Sí al desarme, sí a la paz», impulsado por la Presidenta Claudia Sheinbaum, representa un paso firme hacia la construcción de una sociedad más segura y equitativa. Esta iniciativa, que promueve la entrega voluntaria de armas a cambio de incentivos, busca reducir los actos violentos en nuestras calles y devolver a las comunidades la tranquilidad que tanto necesitan. Como Diputada Federal del partido Morena, apoyo este esfuerzo porque estoy convencida de que la paz no es solo la ausencia de violencia, sino la presencia de justicia, oportunidades y un entorno digno.
Es importante señalar que el tráfico de armas es un problema que trasciende fronteras. La gran mayoría de las armas utilizadas en actos delictivos en México provienen de Estados Unidos, un país donde su fabricación y distribución están normalizadas bajo el argumento de derechos individuales. Desde el sexenio de Marcelo Ebrard como Secretario de Relaciones Exteriores, se tomaron medidas valientes para enfrentar esta realidad. La demanda presentada por el Gobierno de México contra empresas fabricantes de armas en Estados Unidos fue un acto sin precedentes que buscó responsabilizar a estas corporaciones por el impacto devastador de sus productos en nuestro país.
Hoy, bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum, esta lucha se refuerza con estrategias concretas para frenar el tráfico de armas y promover una cultura de paz. Como legisladora, me comprometo a respaldar estas acciones desde el Congreso, impulsando reformas y medidas que fortalezcan los controles y sanciones contra el contrabando de armamento. Es nuestra responsabilidad como representantes del pueblo garantizar que las leyes sean herramientas efectivas para proteger a nuestras comunidades.
El programa «Sí al desarme, sí a la paz» también nos invita a reflexionar sobre el papel que cada uno de nosotros juega en la construcción de una sociedad menos violenta. En lugares como Tepito, la violencia no surge de manera espontánea; es resultado de años de abandono, desigualdad y falta de oportunidades. Por ello, cualquier esfuerzo por reducir el armamento civil debe ir acompañado de inversiones en educación, cultura, empleo y programas sociales que atiendan las causas estructurales de la violencia.
Para quienes crecimos rodeadas de balas y estigmas, la posibilidad de un futuro en paz es un cambio radical y esperanzador. Es también un recordatorio de que las políticas públicas pueden transformar vidas cuando están diseñadas con visión y compromiso. Claudia Sheinbaum ha demostrado que es posible gobernar con sensibilidad y firmeza, y su programa es un ejemplo de cómo enfrentar uno de los problemas más complejos de nuestro tiempo.
Desde mi trinchera en el Congreso, reafirmo mi compromiso de apoyar todas las iniciativas que promuevan la seguridad y la paz en México. Sueño con un México donde nuestros hijos y nietos puedan crecer y desarrollar su proyecto de vida lejos de la violencia y cercanos al bienestar. El camino no es fácil, pero estoy convencida de que con voluntad política y participación ciudadana podemos avanzar hacia un país donde nadie tenga que vivir con miedo. Es tiempo de decir sí al desarme, sí a la paz, y sí a un futuro donde las generaciones venideras puedan crecer libres de violencia y con la esperanza de un mañana mejor.
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