Con una extraordinaria capacidad para radiografiar, de fondo, la densa y asfixiante realidad urbana de Bombay, la película de Kapadia pone el foco en el día a día de dos mujeres, compañeras de piso y de trabajo, y en una tercera obligada a abandonar su casa a causa de la depredación inmobiliaria. De estos tres rostros memorables, la cámara de Kapadia extrae delicadeza, sensibilidad y calado humano. Se nota la semilla que en su día plantó en el cine hindú el maestro Satyajit Ray: estos tres personajes heredan la desvalida soledad, el desarraigo, del pueblerino Apu de la famosa trilogía cuando llega a la gran ciudad y sus sueños y anhelos empiezan a desintegrarse. ‘La luz que imaginamos’ es sin duda una película muy triste, pero para nada desesperanzada: en el tramo final, que reúne a las tres mujeres en una localidad costera, percibimos el nacimiento de una fortaleza destinada a encarrilar el futuro. La naturalidad con la que se expone, sin subrayar nada pero con el tono justo, la pincelada reveladora, es formidable.
Para degustar un honesto y conmovedor ensamblaje de cine social y cine femenino
Lo mejor: La muy fluida puesta en escena y el trabajo de las actrices.
Lo peor: Algunos momentos íntimos algo ensimismados.
Ficha técnica
Dirección: Payal Kapadia Reparto: Kani Kusruti, Divya Prabha, Chhaya Kadam, Hridhu Haroon País: India Año: 2024 Fecha de estreno: 1-01-2025 Género: Drama Guion: Payal Kapadia Duración: 118 min.
Sinopsis: Se centra en tres figuras femeninas sumidas en encrucijadas vitales: Prabha (Kani Kusruti) se debate entre un nuevo amor y la memoria de su marido, emigrado a Alemania; Anu (Divya Prabha) mantiene una relación secreta con un chico musulmán, y Parvaty (Chhaya Kadam) se enfrenta a un constructor que quiere demoler el edificio de chabolas en el que vive para construir un rascacielos.
Extraña criatura batracia de cuerpo marcado por la celuloiditis y gurmet de manjares exquisitos (Chaplin, Renoir, Ford, Hitch, Spielberg…) cuya dieta no excluye los placeres de la taberna de barrio (la galaxia Corman, el enmascarado Santo…). Y ya lleva desde 1981 empecinado en dejarlo claro por escrito
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