La guerra de Gaza y Jordania

Jordania, acorralada entre su partenariado estratégico con EEUU y su opinión pública, se enfrenta a una amenaza existencial en cuanto que Estado ‘jordano’ y su régimen hachemita.

El alcance del estallido de violencia de las fuerzas de Hamás con motivo de su ataque «Inundación de Al-Aqsa» el 7 de octubre de 2023 y la operación «Espadas de hierro», con la que Israel ha respondido desde entonces en proporciones que dan buena cuenta de la asimetría del conflicto, se refleja en las denominaciones que le otorga cada bando: «segunda Nakba» para unos y «segunda guerra de independencia» para los otros; un alcance a la altura de la amenaza existencial vivida respectivamente por las partes israelí y palestina. Menos conocida es la amenaza existencial que este conflicto reaviva para un tercer actor en la región, Jordania, en cuanto que Estado jordano y su régimen hachemita (Haizam Amirah-Fernández, «Israel’s Actions in Gaza and the West Bank Pose an Existential Threat to Jordan», EuroMesSCo – Spot On, nº 35, noviembre de 2023).

Posicionamientos en los ámbitos diplomático e internacional

Tras abogar por una tregua que debería llevar a declarar un alto el fuego en la Franja de Gaza, Jordania abogó por un alto el fuego sin más, así como por el levantamiento del bloqueo que se suma al ya instaurado desde 2007 y el pleno acceso de los habitantes de Gaza a la ayuda humanitaria. Llamó a consultas a su embajador en Tel Aviv y no permitió que el embajador israelí regresara a su puesto en Amán, de donde se había ausentado unas semanas. El Reino de Jordania, que ya había condenado las violaciones del derecho Internacional, entre ellas los crímenes de guerra cometidos por Israel en Gaza, apoyó la denuncia de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que, en su dictamen del 26 de enero de 2024, ordenó a Tel Aviv tomar medidas cautelares con vistas a garantizar el derecho plausiblemente violado de los palestinos de la Franja de Gaza a protegerse de los actos de genocidio.

El rey Abdalá II, al que se unió la reina Rania, de origen palestino, denunció el «doble rasero» de las potencias occidentales en la región, declarando que «el mensaje que el mundo árabe percibe es tan poderoso como claro: las vidas palestinas valen menos que las vidas israelíes. Nuestras vidas valen menos que otras vidas. La aplicación del derecho Internacional es una opción y los derechos humanos tienen límites: se detienen en las fronteras, se detienen en las razas, se detienen en las religiones» (Cumbre de El Cairo por la Paz de octubre de 2023).

Nuevos movimientos de protesta y oposición tras los resultados de las legislativas de septiembre de 2024

Toda la población jordana se identifica con las víctimas de la Franja de Gaza, no solo el sector de origen palestino. Desde octubre de 2023 se han sucedido las manifestaciones en la capital y por todo el país. Atacar la embajada israelí en Ammán es una línea roja que los manifestantes estuvieron a punto de cruzar antes de ser repelidos por la policía. Estas, encargadas de poner en práctica la prohibición de manifestarse en el valle del Jordán y otras zonas fronterizas con Israel, desplegaron checkpoints desde la capital y trataron de detener a los manifestantes que se dirigían a Karameh con la intención de congregarse junto al monumento del soldado desconocido de la batalla epónima entre Israel, Jordania y Palestina de 1968 en apoyo de la resistencia en Gaza (S. Shay y J. Rosen-Koenigsbuch, «Jordan and the War in Gaza», ICT Special Report, Universidad de Reichman, 19 de octubre de 2023).

A decir verdad, estas manifestaciones son un eco de las severas críticas a las autoridades jordanas, incluido el rey, a la vez que van un poco más lejos en cuanto a las medidas y políticas que deben tomarse, en la línea de otros movimientos de protesta anteriores reactivados y liderados, sobre todo, por una coalición de fuerzas de la oposición islamistas, nacionalistas y de izquierda (Curtis R. Ryan, «The Impact of the Gaza War on Jordan’s Domestic and International Politics», The Project on Middle East Political Science – POMEPS): el movimiento anti-normalización de las relaciones con Israel tras la conclusión del tratado de paz de 1994, la Primavera Árabe jordana de 2011, el movimiento contra el acuerdo gasístico suscrito con Israel en 2016, el movimiento de 2018 vinculado a la crisis causada por las medidas de austeridad y otras protestas posteriores. La lista de reivindicaciones incluye la abrogación del tratado de paz con Israel, el cese de toda relación con dicho país, el cierre de las embajadas correspondientes, la abrogación del mencionado acuerdo sobre el gas con Israel, así como los acuerdos militares con Estados Unidos, sobre todo en lo que atañe a la presencia de sus tropas en el país.

Este movimiento social encontró un canal y una salida política con motivo de las elecciones legislativas de septiembre de 2024. Así, gracias en parte a la reforma del sistema de escrutinio electoral, el Frente de Acción Islámico (FAI), rama política jordana de los Hermanos Musulmanes, que hizo de la causa palestina y el conflicto de Gaza, de las relaciones del país con Israel y Estados Unidos, su principal estandarte, se situó a la cabeza de las fuerzas políticas constituidas en partidos al obtener 31 de los 138 escaños de la Cámara. Tal y como apunta el Centro de Alto Rendimiento Político (CAREP), el FAI se revela, de este modo, como «la principal fuerza de oposición en el Parlamento, aunque siga estando en minoría. Sus tensas relaciones con las instituciones estatales limitan su capacidad de formar alianzas, mientras que los partidos fieles al régimen buscan consolidar una mayoría. […] Sin embargo, estas elecciones representan un importante hito en el desarrollo de la vida parlamentaria jordana, y podrían contribuir a reducir la brecha entre el pueblo y las instituciones gobernantes, sobre todo en lo referente a sus instancias representativas».

El impopular aliado estratégico estadounidense y la regionalización del conflicto

Jordania, pese a las fuertes divergencias existentes en torno al conflicto de Gaza, se encuentra acorralada entre el partenariado estratégico que ha establecido con su aliado estadounidense, por el cual mantiene la categoría de «aliado principal no miembro de la OTAN», por un lado, y una opinión pública y una oposición política muy desfavorables a dicho aliado, por otro. Se trata de una cuestión que despierta grandes sensibilidades, y se torna tanto más espinosa cuanto más se complica el escenario de inestabilidad e inseguridad crecientes en la región, debido a la extensión del conflicto más allá de la Franja de Gaza. Además de su hospital de campaña en Gaza, Jordania vio cómo el puerto del golfo de Aqaba era objeto de un ataque de las fuerzas hutíes de Yemen, apoyadas por Irán; y cómo la base militar estadounidense de la Torre 22, en su territorio, en la triple frontera con Siria e Irak, era alcanzada por las milicias de la Resistencia islámica de Irak, también apoyadas por Irán, un ataque que se cobró las vidas de tres soldados estadounidenses. Además, se ha visto implicada en las hostilidades aunque arguyera que se había limitado a defender su propio espacio aéreo, cuando en abril de 2024 contribuyó a interceptar una serie de drones lanzados por Irán contra Israel como represalia al bombardeo efectuado por este en el consulado iraní de Damasco 10 días antes.

Suspensión de la financiación de la UNRWA

A esta situación tan compleja en términos de mezcla de geopolítica y política interior se añaden las dificultades económicas. Enfrentado en particular a la caída de los ingresos del turismo y las inversiones extranjeras directas entre el otoño de 2023 y la primavera de 2024, justo después de recuperarse de las consecuencias económicas de la crisis sanitaria del Covid-19, el país registra ahora un crecimiento económico relativamente débil y una fuerte deuda pública. Además, ha recibido numerosos refugiados sirios e iraquíes. En lo que respecta a los refugiados palestinos, tras la acusación del gobierno israelí según la cual doce empleados –de los 30.000– de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) estarían implicados en el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, Jordania se enfrenta a la suspensión de la financiación del organismo, una decisión tomada por Estados Unidos y secundada por Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Reino Unido y una decena de Estados miembros de la Unión Europea (UE). La ayuda que proporciona la UNRWA es vital, sobre todo en materia de educación y sanidad, empezando por la Franja de Gaza en el contexto posterior al 7 de octubre, pero también en Cisjordania, Siria, Líbano y… Jordania, donde se encuentran 2,3 millones de refugiados palestinos repartidos en los 10 campos con los que cuenta el país.

Combatir la amenaza de la ‘patria de sustitución’ del pueblo palestino

La cuestión de los refugiados palestinos es muy delicada en Jordania. En el contexto del nacionalismo árabe hachemita del padre fundador del Reino, Abdalá I, los palestinos obtuvieron la nacionalidad jordana en el marco de la unificación de las Dos Orillas del Jordán de 1950. Junto a sus descendientes forman, según unas estimaciones que, a día de hoy, siguen siendo muy sensibles, en torno a dos tercios de la población del país. El gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, está formado por una coalición de partidos de derecha –entre ellos el Likud– y de extrema derecha procedentes del sionismo revisionista, para los cuales la orilla oriental del Jordán —esto es, la actual Jordania—, según su punto de vista, quedó indebidamente exenta de las cláusulas relativas al establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío como parte del Mandato Británico sobre Palestina (1922-1948). Considerando dicha «sustracción» como una «concesión», Israel no contempla negociar ni un solo pedazo de territorio de la orilla occidental del Jordán, «desde el río hasta el mar», por así decirlo; de este modo, la Cisjordania conquistada durante la guerra árabe-israelí en 1967, ocupada por Israel según el derecho Internacional y en los términos de la resolución 242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y administrada por gobiernos laboristas de 1967 a 1977, se convirtió en zona liberada según la terminología del Likud, que alcanza el poder en 1977 y la rebautiza, empleando una terminología bíblica, como Judea Samaria. Según este argumento, desde entonces el Estado palestino se encuentra más allá de ese límite, esto es, en Jordania, tal y como atestaría, de hecho, la situación demográfica surgida del flujo de refugiados palestinos de 1948 y de desplazados de 1967 que el Reino de Jordania ha naturalizado. Todo ello conforma la amenaza de la «patria de sustitución» (al-watan al-badil) del pueblo palestino, a espaldas de Jordania como Estado jordano (véase Vincent Legrand, Prise de decisión en politique étrangère et géopolitique – Le triangle «Jordanie-Palestine-Israël» et la decisión jordanienne de désengagement de Cisjordanie (1988), Bruselas / Berna / Berlín, P. I. E. Peter Lang, 2009).

Aunque en el pasado Netanyahu afirmara su compromiso en favor de la solución de los dos Estados, los hechos fueron en sentido contrario. a través de una política de construcción de asentamientos judíos en Cisjordania, lo cual acabó minando esa solución. Netanyahu, conocido como «el único dirigente de la derecha israelí» que habría podido aceptar «la solución de los dos Estados haciendo todo lo posible para que esta no se lleve a cabo», también evocó en una época la opción de un «mini Estado, […] sugiriendo que podría ofrecer a los palestinos una autonomía bien establecida, así como una serie de privilegios vinculados al Estado, pero sin plena soberanía» (véanse los extractos de artículos de Anshel Pfeffer y Ali Younes en Vincent Legrand, «Le conflit israélo-palestinien au prisme jordanien», Confluences Méditerranée, nº 110, (3)). Una «concesión» pragmática teniendo en cuenta la visión geopolítica sionista revisionista, motivada por la situación demográfica palestina, que puede compararse con la retirada unilateral de la Franja de Gaza llevada a cabo en 2005 por el ex primer ministro israelí, también miembro del Likud, Ariel Sharon. Sin embargo, el actual primer ministro se ha alejado de la solución de los dos Estados. La actual dirección israelí considera la construcción de un Estado palestino «en el corazón de la tierra de Israel» como una «amenaza existencial» para este (véase al respecto, asimismo, la resolución adoptada a mediados de julio de 2024 por el Parlamento israelí).

‘Ni refugiados en Jordania, ni refugiados en Egipto’

Las autoridades jordanas consideran todo desplazamiento de la población palestina como una línea roja, y en esta ocasión cierran filas con Egipto, ya se trate de los habitantes de Gaza o de Cisjordania, y ya tengan como destino el Sinaí o la orilla oriental del Jordán. «Ni refugiados en Jordania, ni refugiados en Egipto», declaraba el rey Abdalá II con motivo de la conferencia de prensa que tuvo lugar tras su reunión con el canciller alemán, Olaf Scholz, en Berlín el 17 de octubre de 2023. La amenaza adquiere mayor magnitud en tanto en cuanto viene alimentada por las declaraciones de varios responsables israelíes, ya sea con respecto a los habitantes de Gaza —en el marco de un proyecto de recolonización de la franja tras la retirada unilateral de Israel en 2005— o de Cisjordania —presionados por los colonos de los asentamientos judíos con el apoyo del ejército israelí—, o incluso por la visión aún más extrema de algunos, animados por la idea del «traslado» de los «árabes de Israel», esto es, los palestinos que conforman el 20% de la población israelí y que, tras la guerra de 1948, se encontraban dentro de las fronteras del Estado de Israel.

La solución de los dos estados, garantía de perdurabilidad de Jordania en cuanto que Estado jordano

Confrontada a su papel tradicional regional de «absorber los golpes», tal y como afirmaba el antiguo primer ministro jordano y miembro de la familia hachemita, el jerife Abdulhamid Sharaf, al hablar sobre los problemas de la región, y entre ellos el problema palestino, Jordania repite incansablemente que la región nunca llegará a ser estable y segura sin una «paz justa y global» basada en la solución de los dos Estados (véase Robert B. Satloff, Troubles on the East Bank – Challenges to the Domestic Stability of Jordan, Nueva York / Westport, Connecticut / Londres, Praeger / CSIS, The Washington Papers, nº 123, 1986). De un modo muy característico, cuando menciona la solución de los dos Estados, por la vía del fin de la ocupación israelí y la construcción de un Estado palestino independiente junto al Estado de Israel, no deja de precisar: «en el suelo nacional palestino». Por si hiciera falta más explicación, Jordania está de hecho a favor de la «solución de los tres Estados», aunque no lo exprese en esos términos: Israel y un Estado palestino independiente conviviendo en la orilla occidental del Jordán; Jordania, en la orilla oriental del Jordán.

Fuente: Noticia original

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